13 nov. 2024

Acabar con la impunidad de los que derrochan recursos públicos

El objeto de la política está en esencia relacionado con la sociedad, y como actividad su objetivo es el de producir cambios, buscar el progreso. Los políticos que ocupan cargos electivos, según define nuestra Constitución Nacional, representan al pueblo, y gobiernan en nombre de quienes los eligieron. En el Paraguay, sin embargo, se ha llegado a una situación en que los conceptos difícilmente se aplican, pues nos encontramos ante la degradación de la política y también frente al acelerado deterioro de la institucionalidad democrática.

De acuerdo con los datos publicados en un reportaje de Última Hora, de marzo hasta octubre, de este 2024, los diputados completaron con sus viajes un total de 125.000 kilómetros alrededor del globo.
Un cálculo de los viajes y los variados destinos ofrece un resultado que puede resultar asombroso sin lugar a dudas: en ocho meses, los diputados recorrieron, en kilómetros, al menos tres veces el planeta.

Señala el artículo que, en promedio, los miembros de la Cámara Baja hicieron un promedio de 15.500 kilómetros mensuales, distancia suficiente para ir dos veces a Washington o catorce veces a Buenos Aires al mes, en avión.

Al mismo tiempo, aparecen destinos más recurrentes, América del Norte, Europa, países de América Central y el Caribe, aunque también llaman la atención los viajes a Ginebra, Irlanda y Madrid, España, así como paraísos tropicales como Curazão, Río de Janeiro y Maceió, Brasil.

No se trata solamente de los viajes, sino que a estos se deben agregar los otros gastos que supone en pasaje y viáticos; todo ello despertó el enojo de la ciudadanía, cuando en el transcurso de la semana pasada se supo que una comitiva viajó a los Estados Unidos para supuestamente asistir como observadores de las elecciones en dicho país, lo que supuso un gasto para el Estado de G. 266 millones en un solo viaje.

Existen fundados argumentos para considerar estos viajes un derroche de los recursos del Estado, considerando dos aspectos importantes.

Por un lado, porque se debe tener en cuenta la calidad de la representación parlamentaria en este periodo, que muchos ya lo han definido con un contundente calificativo: el peor Parlamento que hemos tenido en la historia del país. Como ejemplo mencionemos que la senadora cartista Norma Aquino, conocida como Yamy Nal, viajó recientemente a Córdoba, Argentina, para participar de las deliberaciones del Parlasur, y lo hizo en clase ejecutiva; esta misma senadora hace unas semanas respondió a los periodistas mostrándoles el dedo del medio, en un gesto vulgar y absolutamente inapropiado en una legisladora.

Por otro lado, el derroche de recursos resulta indignante cuando se ven a diario las numerosas carencias de las instituciones del Estado que no cuentan con recursos suficientes para ofrecer servicios de calidad a la población.

Solo el último viaje turístico de los quince diputados a los Estados Unidos nos costó G. 266 millones del erario, monto que podría cubrir el pago de los salarios de cinco docentes por un año; considerando la importancia que tiene para el desarrollo de un país la inversión en educación se puede declarar sin asomo de dudas que, es mucho más relevante la formación y la buena remuneración de un maestro, que financiar vuelos y viáticos a parlamentarios que muestran tan escaso compromiso con el país y sus electores.

A diario, los medios se convierten en cajas de resonancia de los reclamos ciudadanos, como el caso de las demandas de salud. Más concretamente hace una semana se dio a conocer que el servicio privado que atiende a unos 100 pacientes del Ministerio de Salud Pública había suspendido sus servicios por una deuda acumulada de 10 meses.

Estos parlamentarios están traicionando los elevados objetivos de la política, pues tienen atribuciones y medios para formular políticas públicas que podrían ofrecer a la población mejor calidad de vida. Con la repartija de privilegios ofenden a diario al sufrido pueblo que con sus impuestos paga sus salarios, lujos y beneficios, además distorsionan el objetivo de la actividad política, y olvidan que la política implica, por sobre todo, servir al pueblo.

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