Un féretro no ingresa a un penal por error o descuido, ha sido una muestra más de la debilidad institucional que desnuda por un lado el poder del crimen organizado y retrata crudamente el motivo de desconfianza en las entidades del Estado.
Un sistema carcelario dominado por la mafia solo es posible porque la misma es funcional a los poderes fácticos que rigen en el país. Guárdense el espectáculo de destituciones, hemos sido mudos testigos de un poder que estuvo sobre las instituciones y la autoridad establecida legalmente en la República.
¿Qué pasos se deben dar para revertir esta situación? Urge una profunda reflexión social que no puede continuar pendiente, para ilustrar cuál es el mapa del poder real hoy en Paraguay. Órdenes de líderes del crimen organizado, a pesar de estar privados de libertad, son obedecidas para burla de la sociedad decente, por quienes han sido designados como autoridades, que deshacen protocolos de seguridad para displicentemente acatar mandatos recibidos, utilizando a la prensa para burlarse públicamente de aquellos que nos deberían proteger.
¿Qué admiración o respeto podríamos tener a las autoridades que se convierten en bufones de turno ante el crimen organizado? La institucionalidad en Paraguay está sujeta al poder que ejerce quien la desafía, además de que nuevamente se ratifica de que el manejo del sistema penitenciario en Paraguay es una improvisación continua.
Ha quedado demostrado que en Paraguay no somos iguales frente a la ley y para las instituciones que debieran protegernos. ¿Acaso el gobierno precisa este grosero coqueteo con el crimen organizado para mantenerse en el poder? Quién ordena es claro, la preocupación está en quienes obedecen, quienes permiten que estas cosas ocurran y permiten que criminales se conviertan en grupos de presión con influencia creciente.
Desde ADEC advertimos con enorme preocupación y evidente desagrado la fragilidad institucional del Estado y exigimos a las autoridades que nos representen dignamente, con valentía y patriotismo. Dios nos brinde fortaleza y protección.
Un sistema carcelario dominado por la mafia solo es posible porque es funcional a los poderes fácticos en el país.
Está demostrado que en Paraguay no somos iguales frente a la ley y para las instituciones que debieran protegernos.
Gloria Ayala Person,
presidente de la ADEC.