Precisamente cuando nos encontramos en medio de situaciones que desvelan las precariedades en salud y en educación, se genera un nuevo escándalo: el de la compra de los muebles para las escuelas públicas. Las dudas ensombrecen el proceso de adjudicación realizado por Itaipú Binacional para la provisión de muebles escolares por USD 32 millones. La licitación es cuestionada porque se dejó de lado a la producción nacional. El hecho debe ser debidamente aclarado, para poner por encima de todo el interés de la mayoría.
El eje de las críticas es el presunto direccionamiento en favor de una empresa que importó los muebles desde China. De acuerdo con las publicaciones de este diario (ÚH 9-03-25), la empresa asiática solicitó el inicio de su proceso de ampliación de rubro para la fabricación de muebles, como sillas y mesas, recién el 11 de diciembre de 2024, pese a que el llamado se había hecho el 29 de noviembre de 2024. Esto equivaldría a decir que el proveedor solicitó el inicio del proceso de operar en el rubro después de que se hayan dado a conocer las condiciones. Recordemos que, de acuerdo con su pagina web, la firma se dedica a la confección de frazadas, edredones y sábanas.
Los industriales locales tienen, sin embargo, otro cuestionamiento. El primer llamado a licitación para la adquisición de sillas y mesas fue dado de baja sin ninguna explicación por parte de Itaipú. Esta primera convocatoria fue denominada “Adquisición de conjuntos mobiliarios escolares pedagógicos, compuestos por una mesa y una silla, a ser distribuidos en instituciones educativas del sector oficial en todo el país, en el marco del vínculo de cooperación entre la Itaipú Binacional y el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), discriminados en seis lotes”. Funcionarios de la binacional y del MEC hicieron visitas técnicas para adaptar las especificaciones a los materiales disponibles en Paraguay. A partir de ese punto, varias empresas nacionales realizaron inversiones para ajustar las máquinas para que los muebles fueran de la máxima calidad posible.
Sin embargo, aquel primer llamado desapareció y apareció en su lugar otro que, con las nuevas especificaciones técnicas, excluían la participación de la industria local al solicitar materias primas disponibles solo en China y sin el tiempo suficiente para que las empresas locales pudieran importar los materiales y preparar las muestras.
En medio de la polémica, el ministro de Industria y Comercio, Javier Giménez, opinó: “Hemos querido por supuesto que la industria nacional sea la fabricante de los pupitres”, agregando que, no solamente este caso de los pupitres hubiera estado a cargo de la industria local y mencionó que están “reviendo” las compras del Gobierno para favorecer a la industria nacional. Por su parte, el ministro de Educación, Luis Ramírez, aclaró que no se suspenderá la licitación de Itaipú y que en la última semana de marzo se entregarán los muebles de origen chino: unos 330.000 juegos de mesas y sillas para ser distribuidos en 22 distritos priorizados.
Resulta muy lamentable esta situación. No se trata de chovinismo. Pero no caben dudas de que –considerando la situación económica del país– hubiera sido ideal apoyar a la industria nacional.
El Gobierno debe tomar nota del escepticismo y la falta de credibilidad que sufre. Y es que no se pueden ignorar los niveles a los que ha llegado la corrupción pública, ejemplos abundan, y por ello, autoridades y funcionarios deben hacer grandes esfuerzos para mostrar transparencia en su gestión.
El interés de niños, adolescentes y jóvenes debe ubicarse por encima de cualquier otro tipo de intereses particulares. El país no tiene tiempo que desaprovechar y son demasiadas las carencias para paliar en las escuelas y colegios públicos: infraestructura precaria, techos al borde del derrumbe, paredes agrietadas, falta de bibliotecas y comedores, locales sin baño, instituciones sin luz ni agua potable. Frente a estas realidades queda claro cuáles deberían ser las prioridades para el Gobierno.