El alza puede ser de alrededor de 10%, con base en los reportes sobre la inflación del Banco Central del Paraguay (BCP), aunque los sectores sindicales solicitan una suba de 30%.
La variación se plantea como una forma de recuperar parte del poder adquisitivo de los trabajadores, en un contexto en el cual se ven las subas de precios más pronunciadas en años.
Sin embargo, ciertos economistas y expertos en materia laboral señalaron sus dudas sobre el sistema de ajuste del salario mínimo establecido en la actualidad por la ley.
Uno de ellos es Enrique López Arce, especialista en empleo, quien sostiene que la suba anual del salario mínimo motiva a reajustes de precios de la canasta casi en simultáneo. En ese sentido, señaló que el año pasado se dio un incremento de poco más de 4% del sueldo piso, mientras que los costos de los productos se incrementaron en hasta 11%.
“Si el salario mínimo sube X, la canasta sube 2X. El salario mínimo sube a 400.000 personas, pero los precios suben para todos los paraguayos. Y si el salario sube en fecha 26 del mes y va a afectar al mes siguiente, los precios ya se remarcan el 27. Algo estamos haciendo mal”, sostuvo.
ALTERNATIVA. Al respecto, Carlos Carvallo, economista y ex miembro del Directorio del BCP, manifestó que el incremento periódico del salario base responde a una necesidad innegable, teniendo en cuenta que la inflación va restando poder adquisitivo al trabajador y esto afecta de forma negativa su nivel de vida.
“La inflación es un impuesto altamente regresivo, y esta en particular (suba de precios en el contexto actual) es más regresiva porque pega en forma más severa a la población de menores ingresos”, indicó. Sin embargo, comentó que también existen factores macro que se deben considerar.
En esa línea, aseguró que un aspecto que no se debe ignorar es que aumentar el sueldo mínimo en un contexto de inflación persistente puede generar mayores dificultades para la convergencia de la suba de precios a niveles razonables en el futuro; es decir, puede complicar la meta de estabilizar la variación de los precios hacia adelante.
“Cuando ajusta por inflación pasada, como ocurre en nuestro país, tiende a generar inercia inflacionaria”, indicó. Como alternativa, dijo que se pueden analizar realizar los ajustes del salario mínimo con base en las expectativas de subas de precios para cada año, en lugar de usar la inflación pasada, para favorecer el control sobre costos y evitar saltos bruscos.
Carvallo dijo que si los salarios suben en torno a un 10%, en línea con la inflación general y la de los conocidos bienes transables, se generaría una presión más fuerte de suba en segmentos como es el caso de los bienes no transables, haciendo alusión principalmente al sector terciario de la economía. “Vamos a generar presión sobre un sector que no termina de despegar y tiene subas de precios mucho menores”, explicó.
Segmentos. Tanto López Arce como Carvallo también hablaron de la posibilidad de impulsar una mayor cantidad de negociaciones sobre los salarios por sectores, como ocurre en otros países. “En Chile existe una negociación por rama de actividades, porque no todos los sectores son iguales, acá en algunos sectores la inflación fue de 11,5% y en otros fue de 4,4%, y no es justo que a todos se les ajuste 11,5%”, indicó Carlos Carvallo.
Opinión
“No existe una fórmula mágica”
Con relación a la posibilidad de analizar cambios en el esquema para el ajuste del sueldo mínimo, César Barreto, ex ministro de Hacienda, enfatizó que “las fórmulas mágicas no existen” y que cualquier régimen tiene aspectos positivos y negativos.
“El régimen de reajuste nominal para mantener su poder adquisitivo depende de lo que sea más razonable para que cumpla su objetivo justamente. Anteriormente teníamos un régimen de reajuste cada vez que la inflación acumulaba un 10% desde el último reajuste y demoraba dos a tres años cada revisión”, sostuvo.
Agregó que el régimen actual, de revisión anual, le parece correcto porque es un periodo razonable para actualizar el poder adquisitivo de los trabajadores.