Tienen razón los que afirman que merece un juicio político por no adecuar su conducta y su accionar a lo que manda la Carta Magna.
Dirá que tienen mayoría en ambas cámaras del Congreso y que las 2/3 no serán fáciles de alcanzar. Pero el simple hecho de admitir la posibilidad le ha llevado a afirmar que está listo para enfrentar la Justicia. Claramente Peña se ha metido por codicia y mal asesoramiento jurídico en una ciénega y luce acorralado.
En estas condiciones emergen con claridad los intereses de quienes medran con una pieza jaqueada.
Lo hacen de forma ingenua como los proponentes de un nuevo ministerio de la familia quienes afirman que es probable que eso acontezca a pesar de la amenaza del veto presidencial cuando este ya no esté. Aunque después hayan matizado el comentario, lo que surge con claridad es decirle: “mira que aquí estamos nosotros y de nosotros depende tu permanencia en el cargo”. Si pretendiera dar lucha no tiene a nadie que lo defienda.
Está más solo y confundido que Raúl Cubas después de la muerte de Argaña. No depende de sí mismo y solo le queda entregarse por completo sin guardar las apariencias al verdadero poder del quincho que lo usará y abusará sin límites. Si lo agotan no es descartable que lo fuercen a renunciar aunque saben que las opciones y alternativas no generan confianza en nadie y la gobernabilidad estaría en peligro. Los colorados se volverán cada vez más disidentes buscando lucrar de esta crisis existencial. No será un buen negocio continuar montado en el vehículo del oficialismo porque su oposición será más rentable para los que deseen continuar en el carro del poder. Los otros sabrán que es lo último que tienen y buscarán cobrar para una jubilación cercana. Hoy nadie ni recuerda ni sabe quién fue el senador Pipo Alfonso aquel apasionado promotor de la enmienda de sangre.
Este es el ciclo habitual en todo este tiempo de democracia formal que hemos tenido.
La oposición lanzó de nuevo la idea de la unidad de cara a los comicios municipales pero están también acorralados por los egos que dominan cualquier proyecto de acercar candidaturas unidas. Los colorados saben que mientras vayan divididos ganarán aunque los porcentajes propios disminuyan. Los opositores están obligados a proyectar una idea diferente a la que ha venido ejecutando el Partido Colorado. Si creen que llegarán con el mismo modelo, están absolutamente equivocados y sin ninguna chance. Deben no solo proponer cosas distintas, deben ser distintos.
En un mundo agitado por grandes cambios tectónicos, el sumergirse en la ciénaga de lo cotidiano es el peor escenario posible. Milei es un excelente ejemplo en una Argentina harta que lo escogió para demostrarse que tienen un presidente que no pasa de ser el cholulo de los tangos al que el nuestro mira con fascinación.
Los referentes políticos deben animarse a romper el círculo vicioso en el se encuentran y eso requiere coraje, valentía y verdadero deseo de construir democracia en libertad y con justicia. Acaso, ¿es mucho pedir?