Con más de 75.400 muertes, el Reino Unido es uno de los países de Europa más castigados por el coronavirus y se enfrenta a otra ola imparable de contagios desde el descubrimiento en diciembre de una nueva cepa mucho más transmisible.
“HACER MÁS”. ”Tenemos que hacer más, juntos, para poner esta nueva variante bajo control mientras distribuimos nuestras vacunas”, afirmó Johnson en un breve y solemne mensaje a la nación retransmitido a la hora de mayor audiencia nocturna. “Por lo tanto, debemos entrar en un confinamiento nacional lo suficientemente duro para contener esta cepa”, agregó.
Los diputados regresarán de sus vacaciones mañana para votar la medida, que entrará en vigor “cuanto antes”, precisó, aunque pidió a la población empezar a aplicarla ya. Si las condiciones lo permiten, el Gobierno espera poder comenzar a levantar las restricciones a mediados de febrero, afirmó.
La situación en el país es grave: el lunes había 26.626 pacientes hospitalizados con Covid-19 en Inglaterra, un aumento del 30% respecto al pasado lunes. El récord de ingresos durante la primera ola en primavera fue de 18.974.
El ratio de contagios al 30 de diciembre era de 518 por 100.000 habitantes en Inglaterra y 950 en Londres, según datos oficiales.
En este contexto, los cuatro consejeros médicos de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, más el director del servicio público de salud inglés, habían pedido conjuntamente restricciones totales ante el “riesgo de que los servicios de sanidad se vean superados”.
ESPERANZA. En este contexto, la distribución de la vacuna desarrollada por el equipo británico AstraZeneca/Oxford, más barata y fácil de conservar que la anterior, de la que el país ya encargó 100 millones de dosis, aparecía como el único motivo de esperanza.
El Reino Unido, que ya ha inoculado a un millón de personas con la vacuna de Pfizer/BioNTech, se convirtió el lunes en el primer país en administrar la segunda.
Brian Pinker, un jubilado británico de 82 años, fue el primero en recibirla en el hospital Churchill de la Universidad de Oxford.
Originario de la ciudad, Pinker se arremangó el polo delante de las cámaras para que la enfermera jefe Sam Foster le pusiera la inyección.
“Estoy muy contento de recibir esta vacuna del Covid hoy y muy orgulloso de que se haya inventado en Oxford”, afirmó.
Según los científicos británicos, la vacuna ofrece protección a partir de 22 días después de la primera inyección y durante al menos tres meses.
Por este motivo, y para llegar a una población lo más amplia posible, las autoridades sanitarias inglesas decidieron espaciar hasta 12 semanas la administración de las dos dosis necesarias.
El antídoto más esperado
Muchos expertos consideran que la vacuna que desarrollaron la farmacéutica AstraZeneca y la Universidad de Oxford marcará un hito en las vacunaciones porque no requiere temperaturas tan frías para su almacenamiento como las de Pfizer-BioNTech y Moderna, y además, es la más barata.Eso podría significar un mayor acceso a la vacuna en las regiones más pobres del mundo contra el Covid-19, que ya infectó a casi 85 millones de personas con más de 1,8 millones de muertes registradas.