Una oscura y carcomida viga de madera emerge apenas entre el arenal, a orillas del arroyo Piribebuy, en medio del desolado campo de Acosta Ñu, donde solo se escucha el ulular del viento a casi 14 kilómetros de distancia del centro de la ciudad de Eusebio Ayala.
–Esta viga es un resto del puente de madera que existió aquí hace 150 años, cuando se libró la batalla de Acosta Ñu –explica el docente Papu Almide Alcaraz–. Este era el antiguo camino de Caacupé a Caraguatay. Por aquí pasó el ejército del mariscal López y aquí se libró la pelea más terrible, cuando los niños paraguayos intentaron detener al Ejército aliado y terminaron siendo masacrados.
Almide es presidente de la Asociación Cultural Yukyty, un grupo de ciudadanos de Eusebio Ayala apasionados por la memoria histórica que desde hace cinco años trabajan por reivindicar la causa de los Niños Mártires de Acosta Ñu, que había quedado en el olvido. Alcaraz también preside la Comisión Sesquicentenario de la Campaña de la Cordillera, encargada de la conmemoración de las principales batallas en la región: Valenzuela, Piribebuy, Acosta Ñu y Ca’aguy Yurú (Isla Pucú), principalmente, durante todo el mes de agosto.
HOLOCAUSTO. Tras la caída de Piribebuy, el mariscal Francisco Solano López decidió abandonar su campamento en Azcurra y marchar hacia Caraguatay. Cubriendo la retaguardia avanzó un segundo cuerpo de Ejército, comandado por el general Bernardino Caballero, con cerca de 4.000 hombres, de los cuales unos 3.000 eran niños y adolescentes.
El ejército aliado, con más de 20.000 combatientes y gran superioridad en armas, les dio alcance el 16 de agosto de 1869 en los campos de Acosta Ñu. El mariscal López ordenó al general Caballero que ofrezca combate y que resista en todo lo posible.
La batalla empezó a las 8 de la mañana y se prolongó durante más de ocho horas. El combate fue muy desigual, pero el heroísmo y el martirio de los niños soldados quedaron patentes en la historia. Se estima que 2.000 paraguayos resultaron muertos en combate y también ejecutados tras rendirse, mientras 1.200 fueron hechos prisioneros.
Una vez más, la crueldad del comandante brasileño Gastón de Orleáns, Conde D’Eu, quedó de manifiesto, tal como ocurrió en la Batalla de Piribebuy. Acosta Ñu es considerado el mayor holocausto infantil en América.
OLVIDO. “En estos 150 años, nunca antes se pudo hacer un acto en el mismo campo de batalla porque se encuentra en terrenos privados y no se permitía el acceso”, relata Papu Almide.
En los años 50 y 60 del siglo pasado, el historiador barrereño Andrés Aguirre fue el principal impulsor de la causa y logró que se declare oficialmente el 16 de agosto como el Día del Niño Paraguayo. También pudo obtener que se construyan monumentos en homenaje a los niños mártires, tanto en la ciudad de Eusebio Ayala como en la cumbre del cerro Tapiaguaré, que pasó a llamarse Cerro de la Gloria, pero no pertenece al lugar histórico de la batalla, sino que dista a unos cinco kilómetros. Tras la muerte de Aguirre, la causa de los niños de Acosta Ñu quedó prácticamente en el olvido.
Rescate. En 2014, la Asociación Cultural Yukyty inició la Marcha de las 3.000 Banderas, una caminata patriótica de 18 kilómetros desde la plaza principal de Eusebio Ayala hasta el Cerro de la Gloria, a través de un camino de tierra, portando una bandera en memoria de cada niño combatiente.
Paralelamente, Almide y sus colaboradores iniciaron una campaña hasta conseguir que se asfalte el camino que lleva a los campos de batalla, logrando además que el lugar sea declarado Patrimonio Natural, Cultural y Arqueológico por la Secretaría Nacional de Cultura (SNC) en 2017, tras denunciar que uno de los propietarios de terrenos estaba removiendo y destruyendo los vestigios arqueológicos con la extracción comercial de la arcilla.
Tras intensas negociaciones, otro de los propietarios, Manuel Girett, se ofreció a donar una parte del terreno, junto a la nueva ruta asfaltada, para que se establezca en el sitio un parque histórico de homenaje a los niños mártires, a unos 13 kilómetros del centro urbano de Eusebio Ayala.
Tras considerar varias alternativas, la Gobernación de Cordillera aceptó financiar la construcción del monumento, con un aporte de la Municipalidad de Eusebio Ayala. La escultura, que estará en el centro de una plaza, fue encargada al destacado artista Sebastián Guggiari Banks, quien representa una lanzas apuntando al cielo con los colores de la bandera paraguaya.
REIVINDICACIÓN. “Era ya mediodía, y desde el amanecer la lucha no tenía tregua ni descanso. Se produjo una nueva carga y nuevamente fue repelida por Caballero. El cauce del arroyo quedó colmado de cadáveres. Optó entonces el ejército imperial buscar un vado, para evitar fracasar en otro ataque frontal. Caballero volvió a hacerse fuerte sobre el puente del Piribebuy, conteniendo con todo éxito el avance de sus perseguidores”, narra el coronel Juan Crisóstomo Centurión en sus memorias sobre Acosta Ñu.
El puente sobre el arroyo Piribebuy ahora ya no existe. Solo quedó de él la gruesa viga negra de madera resistiendo heroicamente a ser arrastrada por las aguas y el olvido. “Esta viga es un mudo testigo, como dice la canción. Un valioso tesoro que vamos a rescatar y preservar, como toda la historia de los niños de Acosta Ñu”, promete Papu Almide Alcaraz.