Por Marisol Ramírez
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Considerada un referente del teatro nacional, la destacada actriz y docente María Elena Sachero reflexiona acerca de sus más de sus cinco décadas de trabajo artístico y mira con orgullo el camino andado, el cual, dice, cierra con broche de oro como actriz, en la obra Ataná, de Agustín Núñez. La puesta está en cartelera del teatro Salemma Carmelitas.
“Le debo mi carrera a mi madre (Jacinta Lara Bareiro), una gran pianista que me apoyó desde mis inicios”, señala Bachero, y menciona que toda su familia tiene relación con el arte. Ella misma estudió primero música, luego danza, declamación y, finalmente, teatro, ámbito al cual ingresó “de forma casual”, dice.
La primera obra que interpretó fue El vuelo de las cigüeñas, reemplazando a la actriz del elenco, quien había viajado. “Asistí a lo que hoy llaman casting, por traviesa, esperando a que mi padre me busque de mi clase de piano en el Ateneo. No pensé que quedaría”, recuerda Sachero, quien además de actriz es profesora de piano, vocalización, teatro y literatura. Hasta ahora enseña en colegios y en el Instituto Municipal de Arte (IMA), cuyo taller lleva su nombre.
De sus inicios en el ámbito teatral, recuerda que fue una época “dura”, muy distinta a la actual, sobre todo para la mujer, y reconoce que hoy se tienen “infinitas oportunidades en teatro, televisión y cine, así como lugares para estudiar y mucha libertad de acción”.
La actriz, que participó en la película paraguaya Felipe Canasto, dice pertenecer a la “segunda generación de artistas”, que sigue a Ernesto Báez, Emigdia Reisofer, Jacinto Herrera y otros.
Entre sus maestros destaca la influencia de Fernando Oca del Valle, a quien asegura le debe “muchísimo”. Además, trabajó con directores norteamericanos, uruguayos y compatriotas, entre ellos, Carlos Aguilera, Gustavo Calderini, José Luis Ardissone, Agustín Núñez. “Cada quien con su particular método de cómo dirigir. De todos aprendí mucho”, asegura.
“En el arte hay que ir escalando sin saltar escalones, poco a poco, sea danza, teatro, etcétera. El talento puede surgir, pero hay que ir disciplinándose, estudiar, hasta llegar... y, sobre todo, conservar la humildad”, señala, al dar un consejo a los jóvenes.
RECUERDOS. La ganadora de un Premio Molière (1991) abarcó en su carrera obras del repertorio universal. “Todas las obras y trabajos que hice, para mí son especiales. No puedo nombrar una en particular, es como parir un hijo”, afirma la actriz, para quien no hay preferencias entre tragedias, dramas o comedias. “Cuando estoy haciendo un género, estoy plenamente en ese momento, y creo –y según dicen– no me encasillé en un solo estilo”.
Sachero pasó por el cine y el radioteatro, hacia la década de los cincuenta, y reconoce que “el entrenamiento de las tablas es sumamente útil”.
DOCENCIA. Otra faceta importante en la vida de la actriz es la docencia, que ejerció en varios colegios. Posee el título de maestra normal y profesora normal, con medalla de oro en 1963. “Con mis alumnos siempre trabajé con dramatizaciones y en mis horas libres enseñaba teatro”, comenta la maestra jubilada en el sector público en 1980 y que en la década de los setenta –según recuerda– con sus alumnos de teatro del colegio CEPB ganaron todos los premios en un certamen con la obra El pagador de promesas. “Fue una gran alegría”, confiesa, y añade: “Todos mis alumnos son especiales, y es grato verlos hacer cosas. Me ha tocado enseñar a hijos de mis ex alumnos, eso me halaga”.
Sachero comenta que llevaba una vida muy agitada. “Iba de un lado al otro, enseñaba mañana y tarde, luego iba a la Escuela Municipal de Arte Escénico, y al terminar las clases ahí me iba al Arlequín a ensayar, terminábamos pasada la medianoche”, rememora, y agrega: “Por eso les digo a los jóvenes que cuando hay salud y gusto por lo que se hace, hay energías”.
EVOLUCIÓN. La maestra asegura estar “realmente feliz” al observar el caudal de oportunidades que hay actualmente para actuar. “Surgen películas, florece el cine nacional que lleva premios, mucha gente joven se dedica al teatro; yo los felicito y recalco, disciplina y humildad, que no se suban los humos a la cabeza”, dice.
La actriz, que recibió la distinción Maestros del Arte 2005, insta a que continúe el apoyo a las producciones nacionales.
ANÉCDOTAS. Entre sus diversas anécdotas, destaca un momento muy difícil, en la época stronista. “No cualquiera hacía teatro en época de Stroessner, había mucho miedo... me llamó un día el ministro de Educación (Raúl Peña) y me advirtió que (que si no bajaba una obra) podía perder mis cátedras y hasta ir presa...”, recuerda Sachero. El episodio se dio cuando ella era parte del elenco en Las Troyanas, del Arlequín Teatro. La Policía pedía levantar la obra, pero tras varias negociaciones, se suavizó el tema, pero el mal recuerdo quedó.