Han esperado pacientemente, formando largas filas en los autos, desde muchas horas e incluso días antes. Finalmente, cuando ayer se abrieron por primera vez las puertas del ex autódromo Aratirí, convertido en el mayor local de vacunación contra el Covid-19 que permanecerá abierto y disponible durante las 24 horas, pudimos ver cómo la gente ingresaba agitando banderas paraguayas, haciendo sonar bocinas, lanzando gritos de euforia o mostrando lágrimas de emoción, convirtiendo la mayor jornada sanitaria de nuestra historia en una verdadera fiesta ciudadana.
No es para menos. La gente ha tenido que esperar mucho a que llegue este momento, sufriendo una de las peores crisis de salud, que tuvo severas consecuencias en lo económico, con cierres y pérdidas de fuentes de trabajo y subsistencia, percibiendo además con indignación e impotencia cómo se denunciaban escandalosos hechos de corrupción con los fondos públicos destinados a combatir la emergencia, sin que sus responsables hayan merecido hasta ahora una investigación seria y un castigo ejemplar por parte del sistema de Justicia.
Estos últimos meses han sido los más duros desde hace más de un año que se inició la pandemia. La deficiente gestión del presidente Mario Abdo Benítez, que cometió el error de confiar exclusivamente en el sistema Covax de provisión de vacunas, sin molestarse en buscar alternativas como lo hicieron varios otros países vecinos, llevó a que el Paraguay sea uno de los países más atrasados en vacunar a su población, mientras subían dramáticamente los números de contagios y la cantidad de fallecidos, con los hospitales saturados, con la gente que moría esperando una cama de terapia intensiva.
Afortunadamente, las vacunas empezaron a llegar en mayor cantidad. Principalmente, ha sido fundamental la donación de un millón de dosis de Pfizer que envió el Gobierno de Estados Unidos, lote que ahora marca una importante diferencia, junto a la colaboración de una empresa privada que provee la infraestructura adecuada para recibir, transportar y almacenar estas vacunas, que requieren una refrigeración de -70 grados centígrados, permitiendo entrar de lleno en la fase de inoculación masiva. Ayer se inició con la vacunación de los trabajadores esenciales y desde hoy se continúa con todos los que tienen de 35 a 49 años de edad. Esperamos que muy pronto se incluya a los demás sectores de la población.

Así como cuestionamos la deficiente gestión gubernamental ante la pandemia y el atraso en conseguir vacunas, valoramos la buena organización en la actual fase, para administrar rápidamente las primeras dosis de un millón de unidades Pfizer.
Hay que aplaudir la entusiasta respuesta de la ciudadanía.
En memoria de los fallecidos, que no pudieron alcanzar este momento, hay que estimular a que también acudan quienes hasta ahora se muestran reacios. Vacunarse es la mejor manera de ayudar a que el Paraguay supere la crisis pandémica, propiciando la paulatina recuperación de una nueva normalidad.