22 dic. 2024

“Adictos de todas las clases sociales los usan”

El presidente de la Asociación de Químicos Farmacéuticos del Paraguay, Luis Alberto Báez, dice que muchos medicamentos controlados -estupefacientes- son consumidos por adictos de todas las clases sociales y que recetas falsificadas para obtenerlos pueden pasar fácilmente el control en las farmacias, considerando que ni el 30 % de estas se halla a cargo de regentes profesionales.

Afirma que la responsabilidad para las farmacias y las autoridades de Salud es muy grande. “Hoy existen muchas familias que tienen adictos entre sus miembros, y nos ruegan que como gremio podamos contener la salida, para fines no terapéuticos, de las drogas controladas”, cuenta.

En el país hay más de 2.500 farmacias, y aunque en teoría, y conforme a la ley, tienen que estar administradas por un regente que debe ser químico farmacéutico, solo el 30 % de ellas cumple con esta exigencia. En estas condiciones, cree, no resulta muy difícil a quienes operan con recetas médicas cuadriplicadas falsas burlar el control de las farmacias y conseguir así los medicamentos controlados.

La falsificación de recetas ocurre, admite. En su farmacia han detectado algunas, por la calidad del papel, “y muchas veces las rechazamos”. Pero no en todas hacen esto, dice. Simplemente desconocen, y “no ven sino una operación comercial en ello; no miden el alcance del problema, pese a que se sabe que en algunos casos de secuestros, para desmayar a la víctima, se han empleado fármacos adquiridos en forma regular de las farmacias”, recuerda.

Por otro lado, agrega Báez, no se hace un seguimiento exhaustivo del inventario de las farmacias por parte de las instituciones que deben controlar. “Eso hace que puedan existir irregularidades”, añade.

Para los traficantes representa un rubro atractivo, dice, porque “el adicto siempre está dispuesto a pagar mucho más de lo que cuesta el medicamento”.

CONVENIO. Báez anunció que firmaron un convenio con Vigilancia Sanitaria para que la Asociación contribuya a realizar un control cruzado sobre las farmacias y otras entidades de salud donde se comercializan productos estupefacientes. Además, para elaborar un registro de los profesionales químicos farmacéuticos que están al frente.