Aquella extinción en África ocurrió en la transición de los periodos geológicos llamados Eoceno y Oligoceno, que enfrió el clima terrestre.
Aunque se sabía que había afectado a las especies de mamíferos en Europa y Asia, se creía que en África podrían haber salido indemnes pues su clima más templado habría sido un amortiguador de lo peor de la tendencia al enfriamiento de ese periodo, pero no fue así.
Un equipo de investigadores ha llegado a esta conclusión analizando una amplia colección de cientos de fósiles procedentes de diversos lugares de ese continente.
Aquel periodo estuvo marcado por un drástico cambio climático a la inversa de lo que ocurre hoy. La Tierra se enfrió, las capas de hielo se expandieron, el nivel del mar bajó, los bosques empezaron a convertirse en praderas y el dióxido de carbono escaseaba.
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Casi dos tercios de las especies conocidas en Europa y Asia se extinguieron, indica la Universidad de Duke (Estados Unidos), una de las firmantes del estudio.
Los expertos examinaron los fósiles de cinco grupos de mamíferos: uno de carnívoros extintos llamados hyaenodontes; dos de roedores, que incluyen ardillas y puercoespines; otros dos de primates, los estrepsirrinos (lémures y loris), y antropoides (simios y monos).
Con el estudio de los fósiles, pudieron crear árboles evolutivos, señalando cuándo se ramificaron los nuevos linajes y marcando el tiempo de las primeras y últimas apariciones conocidas de cada especie.
Los resultados muestran que los cinco grupos de mamíferos estudiados sufrieron “enormes” pérdidas en torno al límite Eoceno-Oligoceno.
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“Fue un auténtico botón de reinicio”, según la autora principal del estudio Dorien de Vries, de la Universidad de Salford (Reino Unido).
Después de algunos millones de años, estos grupos volvieron a aparecer en el registro fósil, pero con un nuevo aspecto, es decir, las especies fósiles del Oligoceno, después del gran evento de extinción, no son las mismas que había antes.
La prueba está en los dientes molares de esos animales, que pueden decir mucho sobre lo que come un mamífero y, por ende, de su entorno.
Los roedores y primates que reaparecieron después de algunos millones de años tenían dientes diferentes. Eran especies nuevas, que comían cosas distintas y tenían hábitats diferentes.
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“Vemos una enorme pérdida de diversidad de dientes, y luego un período de recuperación con nuevas formas dentales y nuevas adaptaciones”, dijo de Vries.
El rápido cambio climático no fue el único reto al que se enfrentaron esos pocos tipos de mamíferos supervivientes. África Oriental se vio además azotada por una serie de acontecimientos geológicos importantes.
En aquel periodo se produjeron supererupciones volcánicas que cubrieron vastas extensiones con roca fundida y fue cuando la Península Arábiga se separó de África Oriental, abriendo el Mar Rojo y el Golfo de Adén.