De acuerdo al estudio de la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro), la harina de soja podría significar un ingreso de casi USD 3.200 millones, en tanto que el aceite podría aportar USD 2.184 millones y la cascarilla USD 91,7 millones. En total, suma casi USD 5.500 millones la estimación para el cierre del 2023 si se aprovecha mejor la capacidad instalada de las fábricas.
“Considerando la estimación de cosecha para este año de 9.050.000 de toneladas, más los rindes industriales y los precios promedio de los diferentes productos, la exportación de los productos industrializados podría generar alrededor de USD 600 millones más a la economía nacional”, dijo la gerente de Cappro, Sandra Noguera, sobre la ventaja respecto a la materia prima sin procesar.
Teniendo en cuenta este potencial, Noguera se preguntó por qué el Gobierno no está tomando las medidas necesarias para el desarrollo de las agroindustrias, que actualmente trabajan al 60% de su capacidad.
Se refirió al antiguo reclamo de devolución del 100% del impuesto al valor agregado para la exportación de soja industrializada y sus derivados, para compensar los aranceles de importación diferenciados que cobran los países de destino. La Unión Europea, por ejemplo, aplica tasas de entre 3,2% y 6,4% al aceite de soja.
Al respecto, Cappro propone una equiparación tributaria con relación al resto de las industrias que exportan sus productos, así como el ajuste normativo al régimen de admisión temporaria que permitirá la importación de materia prima para su molienda.
Argumentó que detrás pueden desarrollarse otras industrias como la avícola, porcina y la de biocombustibles.
Otro punto importante es la lucha contra el contrabando, que tiene un fuerte impacto en la venta de aceite nacional. El gremio estima que el 57% del aceite que se comercializa en el mercado local es de origen dudoso, es decir, de contrabando. Anualmente, podría alcanzar unos USD 168 millones.