05 may. 2025

Agua y luz... pan y circo

Luis Carlos Irala

Temporal cae columnas.jpg

Foto: Luis Enriquez

La semana pasada se reinició el debate sobre la calidad de los servicios públicos básicos de agua y energía eléctrica. La última tormenta evidenció la irresponsabilidad de las autoridades municipales, propietarios de inmuebles y responsables de las empresas estatales.

Según los reportes técnicos, gran parte de los cortes de energía eléctrica se debieron a la caída de árboles y no precisamente por una debilidad de las columnas o cables de distribución. Los daños significaron casi cinco mil millones en pérdidas para la ANDE.

La empresa distribuidora de energía eléctrica tiene un presupuesto para realizar la poda de árboles que puedan poner en peligro sus redes de distribución. Se desconoce exactamente cuál es el monto asignado para realizar este tipo de trabajos preventivos, pero evidentemente el presupuesto es insuficiente, se mal utilizan los fondos o los trabajos no fueron realizados de la forma adecuada. Es un punto que los responsables de la ANDE deben aclarar apenas puedan.

Pero la responsabilidad no se le puede cargar en su totalidad a la ANDE, pues están también las municipalidades que tienen gran responsabilidad en cuanto a la poda e incluso corte de árboles que ya cumplieron su vida útil y representan un peligro para las personas, edificios o el cableado de los servicios públicos.

Por último, están los propietarios de inmuebles que tampoco se ocupan de realizar la poda de los árboles que están en sus patios y cuando vienen temporales son derribados por el viento y si al caer alcanzan los tendidos eléctricos, de telefonía baja o de internet causan gran perjuicio a los usuarios y a las empresas. En este punto hay que decir que existe una responsabilidad compartida entre la ANDE, las municipalidades y los propietarios de inmuebles.

Otra situación se plantea si por una desidia estatal no se realizan los trabajos preventivos para evitar daños a sus redes de distribución. Esto implica la poda, la revisión de las condiciones en que están los postes y también verificar si los cables ya cumplieron su vida útil y si pueden aún resistir cierto tipo de temporales. En este caso, la responsabilidad es en cien por ciento de la firma proveedora de electricidad.

Una situación similar se plantea con la aguatera estatal, Essap, que ya tiene acostumbrados a los usuarios a los cortes en el servicio.

Las causas más comunes son fallas en su sistema de bombeo, rotura de caños y, últimamente, se sumó la bajante del río Paraguay, que dificultó la toma de agua cruda.

Sin embargo, la Essap ya reconoció que su capacidad de producción de agua tratada es insuficiente para satisfacer la demanda de consumo de los usuarios. Para dar una respuesta a esta situación, la empresa estatal inició la construcción de varios reservorios o piletas en Asunción y algunas ciudades metropolitanas.

Estas tareas, en el mejor de los casos, estarán listas para principios del año entrante. Pero la construcción de la nueva planta de tratamiento demandará por lo menos 18 meses. Mientras tanto, es muy posible que sigan los cortes del servicio de provisión de agua o que la cantidad que llegan a los hogares sean insuficientes.

Las actuales autoridades de las empresas estatales hablan de la necesidad de grandes y multimillonarias inversiones para dar soluciones definitivas a los problemas de provisión de agua y luz. Aducen que se dejaron de realizar inversiones por años, lo que hace imposible hoy dar un servicio medianamente eficiente a los usuarios.

Incluso, hablan de la necesidad de revisar las tarifas para pensar en un mejor servicio.

En la Antigua Roma, los líderes políticos organizaban los circos y repartían pan a la población para calmar los reclamos, entretenerlos, mantenerlos bajo dominio, a fin de controlar al pueblo y mantener unido el Imperio.

Al parecer, el Estado nos mantendrá con pan y circo mientras siguen ensayando respuestas duraderas a los reclamos de usuarios.