Doña Amalia Vacaflor vierte pequeñas gotas de lavandina (una solución de hipoclorito de sodio) en el recipiente de agua cruda que trajo a su casa desde el río Pilcomayo; la fuente de abastecimiento más cercana a la que puede acceder en la comunidad La Dorada, Departamento de Boquerón.
La pobladora no sabe qué tan contaminado está el cauce, la única certeza que tienen ella y su familia es que lo necesitan para sobrevivir en el aislado territorio chaqueño; allí donde las obras estatales no se ven, menos aún les han llegado informaciones oficiales sobre la calidad del agua y no forman parte de una vigilancia sanitaria.
El Pilcomayo rodea la casa de doña Amalia; al otro lado del cauce es suelo argentino y unos kilómetros más arriba comienza el territorio de Bolivia, vecino país donde meses atrás se detectó la presencia de metales pesados, nada menos que en el mismo río del que beben a diario en su hogar.
SOBRE EL LÍMITE. La contaminación fue confirmada mediante un análisis de agua superficial del río Pilcomayo, realizado por especialistas del laboratorio boliviano de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS) y del Centro de Estudios Regionales para el Desarrollo de Tarija (Cerdet), quienes llegaron hasta la comunidad de Esmeralda (triple frontera), Ibibobo y puente Ustares en mayo del 2022 para la toma de muestras y posterior estudio a pedido de los medios: Última Hora, Acceso Investigativo de Bolivia, y El Tribuno de Argentina, para esta investigación transnacional.
Fueron detectados: manganeso, níquel y plomo, con valores de entre dos y siete veces por encima de lo aceptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Padrón de Calidad de Agua de Paraguay (Resolución 222/2).
El equipo de periodistas también analizó una base de datos de más de 760 resultados sobre metales pesados medidos en la cuenca durante 2015, 2016 y 2017 por la Oficina Técnica Nacional de los Ríos Pilcomayo y Bermejo (OTN-PB) en Bolivia, en 2021 por la Secretaría de Recursos Hídricos de la Provincia de Salta-Argentina y en 2022 por el Ministerio de Ambiente de Paraguay.
Entre 2015 y 2017, en Villa Montes del Chaco boliviano, a cerca de 150 kilómetros de la triple frontera, por río, el agua también traía cromo, arsénico y cadmio con valores hasta 190 veces superiores a lo permitido para la salud.
Estos documentos obtenidos nunca antes salieron a la luz pública. Es información privilegiada que manejan las autoridades, pero para doña Amalia y el resto de los que sobreviven del afluente, está bajo clave.
Lea la investigación completa: El veneno no declarado del Río Pilcomayo.
TEMPORADAS. Además de la medición de mayo, para este trabajo, se realizó otra en agosto de 2022; que fue posible gracias a los técnicos del Centro Multidisciplinario de Investigaciones Tecnológicas (Cemit) de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), quienes realizaron la toma de muestras de agua y sedimento en la localidad de Pozo Hondo, en el marco de un convenio con Última Hora.
El resultado del análisis de estas muestras, hecho en laboratorio privado, arrojó parámetros normales. Los valores coinciden con el histórico registrado en Bolivia en su trayecto por el Chaco. En agosto, en la frontera, los niveles de los metales pesados son mínimos y hasta nulos para algunos de ellos, mientras que los máximos picos de contaminación –los que exceden toda normativa y recomendación para salud– se registran entre octubre y diciembre.
La doctora Laura Flores, especialista en evaluación de riesgos ocupacionales y ambientales que afectan a la salud humana, explica que hay periodos en los que los resultados salen todos negativos porque el movimiento de metales y metaloides es cíclico, así como los diversos contaminantes, tanto en el agua como en el sedimento. “El resultado negativo no indica que sea así todo el tiempo. Hay que hacer un monitoreo permanente”.
Mientras tanto, las muestras tomadas en la frontera entre Pozo Hondo de Paraguay y Misión La Paz de Argentina, en diciembre del 2021, también arrojaron como resultado valores que exceden el límite permitido de cromo, manganeso, níquel, cadmio y plomo, según resultados de laboratorio solicitados por el Gobierno de Salta Argentina, a los que se pudo acceder tras una petición de acceso a información pública según la ley del vecino país.
La Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Río Pilcomayo, en su respuesta vía mail para esta investigación, evitó responder sobre la presencia o no de metales pesados en el Pilcomayo. Si los pobladores quieren conocer qué hay en el río que los alimenta, deberán solicitar permiso a los ejecutivos, mediante un computador o celular inteligente y acceso a internet, pero donde doña Amalia y su familia viven ni siquiera tienen agua segura.
- 36 veces por arriba de lo permitido por la OMS detectaron metales en 2021, en frontera de Paraguaya y Argentina.
- 190 veces por encima de lo permitido se registraron metales pesados en Chaco boliviano en 2015, 2016 y 2017.
- 760 resultados medidos en la cuenca durante 2015, 2016, 2017, 2021 y 2022 se evaluaron para este trabajo.
Alertan que consumir animales que dependen del río daña la salud
La alimentación de origen animal, como la vaca, cabra o peces que crecen consumiendo agua del río contaminado con metales pesados, es una forma indirecta de introducir esas sustancias tóxicas al organismo, advierte la doctora Laura Flores. Algunas sustancias, dice, son fáciles de liberar, pero otras pueden bioacumularse, como el mercurio y el plomo.
“Por supuesto que si consumimos una vaca y se depositó plomo en el hueso del ganado también vamos a estar recibiendo eso”, asevera la doctora Laura Flores.
Cada una de las sustancias tendrá, explica, un ciclo de vida dentro del cuerpo de animales como en el de los humanos.
Los metales si bien necesitan liberarse del cuerpo, seguir como una ruta, tampoco desaparecen del ambiente. La doctora señala que van a depositarse y el cuerpo siempre tratará de eliminarlos, cada uno tendrá su ciclo de eliminación bien sea por la orina y materia fecal, sobre todo. “Algunos se van a bioacumular y tendrán efectos en el cuerpo si es que la persona los sigue consumiendo”.
Metales como el plomo, que no es requerido como nutrientes para el cuerpo, tiene impacto negativo en los huesos y diferentes tipos de afecciones cardiovasculares, en riñones y sistema nervioso. Desde el lado hematológico, afirma, se puede dar una anemia que no podrá ser explicada porque no es por deficiencia de hierro.
En el caso del manganeso, expone que los altos valores afectan a nivel neurológico, por ejemplo, movimientos lentos de manos, piernas, coordinación motora y un poco de temblores.
El cáncer también es otra de las enfermedades que se pueden presentar por exposición a metales pesados, específicamente por el cromo y el arsénico, según la médica especialista Flores.
DESECHO DE MINERÍAS. El Pilcomayo tiene la amenaza diaria de más de 28 mil toneladas de desechos mineros que llegan a 45 diques de colas ubicados en la cuenca alta, en Bolivia. Estas se predisponen a viajar por el afluente internacional. No se observan controles si las compañías tienen o no licencia ambiental, como sucedió con el dique de Agua Dulce que, luego de derramar más de 13.000 metros cúbicos de tóxicos, en julio de 2022, recién se conoció que operaba de manera ilegal y precaria.