Aida Rosa Salomón de Cieplik y Christian Cieplik formaron una familia hace 33 años. Ambos se conocieron en el año 1988, en la discoteca del Yacht y Golf Club Paraguayo. “Yo estaba con otras personas y le vi a mi actual señora en la pista con un compañero de colegio mío. Y realmente fue como ese famoso amor a primera vista, que hizo de que al día siguiente le llamara a mi compañero y le pregunté con quién él estaba bailando la noche del sábado. Y ahí me dio su número de teléfono”, relata Christian Cieplik.
El mismo recuerda que en esa época solo existía la línea baja y al llamar normalmente atendía la persona que trabajaba en la casa. “Era todo un tema pasar ese control”, cuenta entre risas. Pero luego pudo hablar con Aidi, se presentó y concretaron un primer encuentro, lógicamente con el acompañamiento de la tradicional Tomasita.
Luego del noviazgo, la pareja se casó el 9 de junio de 1990, ambos con 24 años de edad. “No fue nada fácil, hasta hace no mucho yo todavía estaba estudiando en la facultad, en Ciencias Veterinarias, y mis padres habían adquirido un establecimiento lechero en Itauguá, con la idea de que sea una unidad productiva y de esa manera también me pueda casar y tenga ingresos para mantener a mi señora y mi futura familia”, comenta.
Cuando se casaron vivían en esa granja y según menciona el padre de familia, fueron unos de los mejores años de sus vidas. “La convivencia cuando estás en el campo hace que uno tenga apreciaciones muy distintas y construir las bases tan sólidas de lo que hasta hoy estamos viviendo, además ahí conocimos la dureza del trabajo de todos los días, incluyendo Navidad, Año Nuevo, levantarse a las cuatro de la mañana para ordeñar las vacas, esperar al famoso lechero para que venga a buscar la leche del día, etc.”, destaca.
Los hijos
Al año de la boda nació la primera hija del matrimonio, Alexandra Beatriz, y tiempo después nació Ana Cristina. Cuando llegó el tiempo de la edad escolar de la primera niña decidieron mudarse a Asunción. En ese entonces, lastimosamente, Ana Cristina tuvo un accidente y falleció por ahogamiento en la pileta de la casa, mientras sus padres estaban trabajando. “Fue un golpe muy fuerte, muy difícil de describir. Con mi esposa tomamos la decisión de entender que los hijos son prestados, no son nuestros, son de Dios, y él consideró que ella ya cumplió una misión y para nosotros una forma de empezar a ver la vida diferente”, explica.
De todas formas, Cieplik afirma la reflexión de que todos los hijos están preparados para enterrar a sus padres, pero ninguno de los padres está preparado para enterrar a sus hijos.
Al poco tiempo nació la tercera hija, que se llama Astrid María. “Realmente es como un rayo de luz y de alegría que llegó”, indica.
Un tiempo después de este nacimiento la pareja decidió que Aidi dejara de trabajar al menos un tiempo para poder dedicarse de lleno a las dos nenas y estar presente permanentemente. Finalmente, en el 2002 nació el único varón y último hijo, que se llama Christian Sebastián.
“Mi señora hizo realmente un esfuerzo extraordinario, espectacular, siempre fue un gran apoyo en empujar a todo y a sí misma”, recalca.
Vida profesional
Christian Cieplik realizó un masterado en marketing, también estaba siguiendo la carrera de Ciencias Veterinarias, pero la tuvo que abandonar en el camino. Fue directivo de la Expo de Mariano Roque Alonso, de la Unión Industrial Paraguaya, en la Cámara Paraguaya de Supermercados y varios otros gremios. También se desempeñó en empresas privadas. Actualmente trabaja como CEO y gerente general del Grupo Santa Margarita.
Por su parte, Aidi trabajó en Monalisa, el Grupo Kemsa y en la apertura de shoppings. “La verdad que nunca sobró y nunca faltó, gracias a que hasta hoy día, desde que estamos juntos, nuestros ingresos que siempre fueron 100% de los salarios de ambos, fueron administrados por Aidi. Realmente, ella siempre supo hacer rendir el dinero y sin dejar de llevar una vida lo más cómoda posible, sin grandes lujos pero siempre tratando de cumplir con todas las expectativas”, comenta.
En este sentido, por ejemplo, Cieplik cuenta que sus hijas no festejaron sus 15 años, ellas comprendieron que eso implicaba un gasto importante, pero hacían el famoso viaje de colegio que coincide con esas edades. En contrapartida, la pareja se focalizó en que sus hijos tengan una buena educación, que vean un hogar y que de este lugar se proyecten los valores, vean cómo papá y mamá trabajan, que cuesta y no hay nada regalado.
“Así fuimos construyendo nuestro camino juntos, siempre con mucha coherencia. En cada lugar en el que nos desempeñamos tratamos de dar lo mejor y haciendo lo correcto. En nuestro hogar nunca mantuvimos peleas frente a nuestros hijos, ni dejamos de compartir la habitación, a no ser por motivo de viaje. Siempre hemos tratado de acompañar a nuestros hijos en todo para que puedan desarrollarse en todos los aspectos de su vida”, finaliza.