Los presidentes de Cuba, Miguel-Díaz Canel; de Paraguay, Mario Abdo Benítez; y de Uruguay, Tabaré Vázquez, quien irá en compañía del presidente electo Luis Lacalle Pou, confirmaron su presencia. En tanto, el mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, tras analizar la lista de autoridades invitadas a la investidura, decidió finalmente a última hora enviar a su vicepresidente, Hamilton Mourão.
De bajo perfil y alejado por años de la política, Fernández asume hoy la presidencia de Argentina, con el desafío de “recibir un país con casi 41 puntos de pobreza”, dijo días pasados el abogado, quien tendrá a la ex presidenta Cristina Fernández Kirchner como vicepresidenta.
Fernández enfrentará un duro escenario económico marcado por la elevada deuda pública, una frágil moneda nacional, la suba constante de precios, la escalada del desempleo y los niveles de pobreza.
Los cuatro años del conservador Mauricio Macri en la Casa Rosada, un paréntesis entre Gobiernos peronistas -el de Cristina Fernández (2007-2015) y el que iniciará Alberto-quedaron teñidos por un recesión que aún sigue y que se originó en abril de 2018, cuando una abrupta fuga de capitales y la sequía que afectó a la producción agropecuaria llevaron a pedir un millonario rescate al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Fernández buscará un equilibrio entre ideología y pragmatismo en su política exterior, pese a dar pistas de la orientación progresista para su política exterior, condicionada por el apoyo internacional que necesita para resolver la grave crisis económica.
Pese a las diferencias ideológicas con el presidente brasileño, el peronista señaló que aspira a tener una relación pragmática con el país vecino y también reveló su voluntad de “tener la mejor relación con EEUU en un marco de respeto y madurez”.
RETOS. Entre los principales retos el nuevo inquilino de la Casa Rosada figuran la crisis económica, la deuda pública, la devaluación y la inflación, el desempleo y el deterioro industrial, además de la pobreza.
En 2018, la economía argentina cayó un 2,5% y en el primer trimestre del 2019, el desplome interanual fue del 5,8%. Si bien, la actividad mejoró apenas en julio, ya en agosto y setiembre volvió a caer, con bajas del 3,8% y el 2,1%, respectivamente.
Fernández no duda de recibir un país devastado en el que por cuatro años primó la especulación financiera. “Hace dos años nadie pensaba que Argentina tendría la crisis actual, producto de la gran inoperancia del Gobierno”, destacó días atrás.
DEUDA PÚBLICA. Argentina acumula una deuda pública total de 314.315 millones de dólares -frente a los 240.000 millones de fines de 2015-, de los que casi 44.000 corresponden al préstamo de 56.300 millones del FMI.
El nuevo Gobierno peronista estudia contra reloj cómo pagar ese alto endeudamiento, al toparse con próximos vencimientos que se tornan difíciles de asumir y que debe renegociar ante los acreedores.
Fernández mantuvo charlas con autoridades del FMI y asumiría la “delirante” deuda acordada por el Ejecutivo saliente y no pedirá “quitas”, ya que la pagará el día que Argentina logre crecer.
DEVALUACIÓN y más. En dos años, el peso se devaluó un 71% ante el dólar, provocando grandes turbulencias en la economía argentina, al contagiar de forma directa a la inflación.
La explosiva mezcla de devaluación e inflación afecta no solo al ámbito de la producción y la balanza comercial, sino también al poder adquisitivo de los ciudadanos, sujetos a continuas negociaciones salariales.
El desempleo es el problema central de Argentina para el 49%. Entre abril y junio de 2019 el desempleo trepó del 10,1 al 10,6% de la población activa, lo más elevado desde 2006.
Los efectos de la crisis también aceleró la pobreza, que en el primer semestre de 2019, antes de la recaída económica, afectaba al 35,4% de la población, y que según expertos, alcanzará al 40% de los argentinos a fin de año.
El mandatario más afín al rock que llega a la Casa Rosada
El peronista Alberto Fernández será el jefe de Estado más cercano al rock argentino, dentro del cual destaca su pasión por el pionero Litto Nebbia, en una afición que incluso se refleja en otras como su amor por los animales. Su perro, al que se le ve paseando muchos días por Buenos Aires, se llama Dylan por Bob Dylan.
“Es un gusto que viene inclusive antes de sus intereses políticos. El año en que empezó a comprar sus primeros discos fue también el año en que empezaba a militar, en 1973”, dice el profesor de cultura rock y política en la Universidad de Buenos Aires y periodista Juan Ignacio Provéndola. Ese año, mientras los grupos de rock proliferaban con referentes como Luis Alberto Spinetta, se marcó por el regreso del ex presidente Juan Domingo Perón, quien asumió el segundo mandato tras 18 años de exilio. EFE