A continuación, el fiscal Cantero relató su versión de los hechos, negando la veracidad de las acusaciones. En cierto momento, afirmó que no tenía ningún tipo de influencia política, lo que dio pie a que los periodistas le preguntaran sobre un caso ocurrido hace ocho meses y casi olvidado por la opinión pública.
Eran las presuntas conversaciones entre el abogado de Horacio Cartes, Pedro Ovelar, y Aldo Cantero, registradas en un video en el que se vería el teléfono celular de este último. Intercambiaban informaciones y documentos sobre el avance de una causa en la que estaba imputado Mario Abdo Benítez por “revelación de secretos” que perjudicarían a Horacio Cartes. Los diálogos se convirtieron en una demostración escandalosa de la manipulación de la Justicia con fines de venganza política.
El escándalo no era menor, aparentemente el fiscal se reportaba con el abogado de Cartes sobre el avance de la causa, le daba acceso a expedientes y declaraciones y recibía sugerencias. El fiscal aseguró que no tenía idea de lo que se estaba publicando y nunca volvió a hablar del tema.
Hasta el lunes pasado, cuando probablemente sorprendido por el repentino giro de una entrevista que había empezado con otro tema, Cantero declaró que en aquella ocasión había sido víctima de un “hackeo” de su cuenta de WhatsApp y de redes sociales y que los mensajes filtrados en marzo eran falsos. Fue su perdición, pues no pudo evitar una sucesión de repreguntas que lo sumieron en un confuso pantano de explicaciones muy poco creíbles.
Dijo, por ejemplo, que no recordaba cuándo le piratearon las cuentas y que, pese a ser fiscal, no denunció el hecho. ¿Cómo se enteró del “hackeo”, entonces? Pues, según él, porque le pidió a un funcionario del Departamento de Cibercrimen de la Fiscalía que revisara su celular. Lo encontró “de paso” y el hombre, en diez minutos, como un favor personal, le confirmó la manipulación de su teléfono. ¿Cómo se llamaba el amable y eficaz funcionario? Eso tampoco lo recordaba. Atosigado por las incoherencias, decidió cortar por lo sano, sosteniendo que él desconoce casi todo de redes sociales. El feo dato discordante es que había sido nada menos que fiscal de delitos informáticos.
Cantero se habrá arrepentido de romper su norma de no hablar con la prensa. Ahora, sus antecedentes de violencia habían pasado a un segundo plano mediático, y se había revitalizado el episodio antiguo. Peor aún, esto hizo que se rememore que hacía mucho que un miembro de la Corte Suprema, Manuel Ramírez Candia, había solicitado que el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM) lo investigue de oficio
Ahora se sabe que el JEM sencillamente ninguneó a la Corte, ignoró el pedido. Su presidenta, Alicia Pucheta, tuvo que admitirlo ante el requerimiento de Diputados, con un texto de redacción intencionalmente enmarañada. Lo que confirma lo que sabemos: El JEM, dominado por el cartismo, protege a los cartistas. Y Aldo Cantero es un jugador cartista importante que zafará del caso de violencia doméstica, como zafó del caso de los chats con Pedro Ovelar y como zafó de aquellos audios del ex secretario del JEM, Raúl Fernández Lippmann, en los que este le contaba al abogado Carmelo Caballero que “Aldo canta 50”.
Nada nuevo bajo el sol. El diputado colorado Roberto González afirma que el oficialismo usa el JEM como “trapo de cocina” y todos saben que es cierto. Lo único que me sorprende es cómo una denuncia de hechos íntimos y recientes puede reactivar la memoria de hechos viejos. ¿Se da cuenta? Esta es una historia que se cuenta mejor al revés.