El caso de la joven madre que perdió la vida presuntamente a manos de su pareja, un médico 17 años mayor que ella, fue ampliamente difundido en medios de comunicación y redes sociales. Los discursos aprovecharon la ocasión para concientizar sobre la prevención de la violencia de género, pero también aparecieron la siempre lamentable explotación del morbo y prácticas periodísticas que atentaron contra las medidas más básicas de protección a la niñez.
La vorágine de información arrancaba con Aldo López siendo arrestado luego de dejar a Mayra en un sanatorio asunceno, la víctima llegó sin signos vitales y con rastros de haber sido golpeada. Esto ocurría en la noche del domingo pasado y nos enterábamos de que ambos vivían juntos; por si aún faltara algún elemento dramático, los familiares de la mujer aseguraban que habían dejado de tener noticias de ella, ya que solo mantenían contacto con el hombre.
Con estos datos, observábamos cómo se cumplía el manual de la violencia de género y posteriormente se constataba que no era la primera vez que Mayra sufría agresiones físicas. Más adelante aparecieron indicios de uso de drogas y la causa de feminicidio se extinguiría luego de que el cuerpo de Aldo fuera hallado en la zona de Admisión de la penitenciaría de Tacumbú.
Una tragedia sin fin que nos lleva hasta a tener miedo de confiar en la otra persona para compartir un mismo camino. Sin embargo, en lugar de paralizarnos por el temor a caer en este tipo de experiencias, debemos afrontar la realidad con sensibilización, educación, amor y respeto a la vida, los sentimientos y las emociones de los demás.

A medida que salía más información sobre la tormentosa relación entre Mayra y Aldo, se compartían en las redes mensajes sobre la importancia de que una mujer se aleje de su pareja cuando empiece a recibir maltratos como celos excesivos, aislamiento de la sociedad y expresiones denigrantes. Estos comportamientos son reconocidos como la antesala a actos de violencia física, que pueden fácilmente desembocar en el trágico final.
Pero el mensaje ausente y que necesita urgentemente ser instalado es el dirigido a los hombres. Tienen que aprender a identificar sus primeros impulsos violentos, reconocer que no están llevando una relación sana y corregir su conducta, ya sea mediante el abandono de la relación o el tratamiento sicológico que le ayude a mantener una convivencia armoniosa.
Lamentamos la muerte de Mayra y también se lamenta la muerte de Aldo. Son vidas que pudieron haber sido tan plenas y felices si se luchaba a tiempo contra la violencia. Así como las mujeres nos unimos para cuidarnos y alertarnos cuando empezamos a ser maltratadas, los hombres también deben trabajar en desaprender y desnaturalizar la violencia del machismo.