“Alertamos a los marineros que los cadáveres de ballena en la bahía de Macquarie pueden ser arrastrados por la corriente y el viento y pueden crear peligro para la navegación”, indicó en su página de Facebook la agencia de seguridad marina de Tasmania, una isla-estado en el sur de Australia.
Las autoridades barajan varias formas de deshacerse del gran número de cadáveres de estas ballenas piloto de aleta larga (“Globicephala melas”), que pueden llega a medir unos 6,7 metros y pesar 2,5 toneladas, aunque la opción más viable parece llevarlos a alta mar.
Los mayores problemas son el riesgo que pueden presentar para la navegación y que también atraen a depredadores como tiburones, lo que supone un peligro para las personas.
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Tras días de trabajo intenso, los equipos de rescate trabajan contra reloj para salvar a una veintena de ballenas vivas de las 488 que quedaron atrapadas en la arena en Macquarie, el mayor varamiento registrado en Australia.
Según los datos de las autoridades, un total de 88 ballenas han sido rescatadas, principalmente arrastrándolas hacia aguas más profundas con lanchas.
Las autoridades locales indicaron ayer que tuvieron que sacrificar a cuatro cetáceos para evitarles mayor sufrimiento, después de que fueran salvados y volvieran a varar en zonas de baja profundidad cerca de la playa.
Los equipos de rescate se mantienen optimistas y aseguran que mientras las ballenas que queden estén vivas y en el agua hay esperanza, aunque con el paso del tiempo se van agotando y sus posibilidades de supervivencia disminuyen.
Estos cetáceos son animales con una fuerte vinculación familiar, por lo que muchas mueren durante el varamiento debido al estrés que les provoca estar separadas del grupo, mientras que otras lo hacen por el cansancio o la falta de oxígeno al no poder moverse.
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Esta tragedia medioambiental comenzó al principio de esta semana cuando las autoridades avistaron las primeras 270 ballenas piloto, mientras que otras 200 fueron halladas muertas el miércoles entre 7 y 10 kilómetros aparte.
No es la primera vez que una multitud de ballenas piloto quedan varadas en las playas de Tasmania, especialmente en la bahía de Macquarie, donde el último incidente masivo se produjo hace un decenio cuando quedaron atrapadas unas 200 y, desde 1935, el número asciende a más de 1.100.
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El mayor varamiento registrado en el mundo ocurrió en 1918 cuando unas 1.000 ballenas piloto se quedaron atrapadas en las islas Chatham, en el sureste de Nueva Zelanda.
Las ballenas piloto de aleta larga o calderos comunes son una especie de cetáceo protegida perteneciente a la familia de los delfines y no se considera amenazada.
Aunque no hay cifras oficiales, se estima que hay unos 200.000 ejemplares de ballenas piloto de aleta larga distribuidos en el Atlántico norte y en las aguas oceánicas sureñas que bordean la Antártida.
Los científicos aún no han podido explicar por qué en ocasiones las ballenas se desvían de sus rutas y se quedan varadas en aguas de poca profundidad, aunque se baraja la posibilidad de que se extravíen atraídas por contaminación de ruido o guiadas por un cabeza de grupo desorientado.