Mientras el déficit hídrico se prolonga, la situación pone en evidencia la fragilidad del sistema de abastecimiento en la región y la necesidad de una solución estructural.
En la zona sur del décimo departamento del país, especialmente en las localidades cercanas al río Paraná, persisten deficiencias en el suministro, mientras que en Ciudad del Este y Presidente Franco, el problema es aún más crítico debido a las características del terreno. Ante esta crisis, las autoridades han optado por racionalizar el uso del agua, estableciendo horarios y restricciones en la mayoría de las comunidades que dependen de pozos artesianos.
“El caudal no es suficiente para garantizar una provisión de 24 horas sin cortes”, afirmó Oscar Aquino, de la oficina regional del Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (Senasa).
Las restricciones buscan garantizar el uso del agua solo para necesidades básicas como consumo, aseo personal y preparación de alimentos, mientras que actividades como el llenado de piscinas, lavado de autos y riego de jardines están limitadas.
El impacto de la crisis es evidente en comunidades como Ñacunday, Domingo Martínez de Irala, Juan León Mallorquín, Hernandarias, Minga Guazú, Ciudad del Este y Presidente Franco, donde los pobladores dependen de la distribución de agua en tanques comunitarios y camiones cisterna. En los barrios más afectados de Ciudad del Este, como San Rafael, San Agustín y Don Bosco, la Municipalidad ha llegado a distribuir hasta 50.000 litros de agua por día.
Sin embargo, la sequía no es el único factor que afecta el suministro. Según los expertos, el rápido crecimiento demográfico ha sobrepasado la capacidad de la infraestructura actual. La proliferación de edificios en altura y la expansión de los barrios han generado una demanda que los sistemas existentes no pueden satisfacer.
Los pozos artesianos, que suelen perforarse entre 140 y 160 metros de profundidad, dependen de estudios hidrogeológicos para su efectividad. En algunos casos, las perforaciones han encontrado agua salada, lo que inutiliza la fuente para el consumo humano.
Las previsiones indican que la crisis podría extenderse hasta mayo, dependiendo del comportamiento climático. Mientras tanto, los pobladores enfrentan un futuro incierto, donde el acceso al agua potable sigue siendo un desafío creciente.