En la selva amazónica, los satélites del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) detectaron en setiembre 32.017 focos de incendios, un incremento de 61% respecto a los 19.925 de setiembre de 2019, según datos oficiales divulgados este jueves. En los primeros nueve meses del año, hubo 76.030 focos, un 14% más que en el mismo periodo del año pasado.
La mayor parte de los incendios en la región amazónica se deben a la quema de zonas desforestadas ilegalmente en meses anteriores. Ni siquiera la prohibición de quemadas durante 120 días, anunciada en julio por el gobierno, refrenó su intensidad.
Más al sur, en el Pantanal, el mayor humedal tropical del planeta, el INPE detectó el mes pasado 8.106 focos de incendio, un récord mensual desde el inicio de esas observaciones en 1998, con un incremento de 180% respecto a setiembre de 2019.
En los primeros nueve meses del año, los incendios en el Pantanal brasileño totalizan 18.259 y ya superaron el récord de cualquier año en su totalidad.
BRASIL ESTÁ EN LLAMAS. Las llamas devoraron en 2020 un 23% de la parte brasileña de este bioma, que se extiende a Paraguay y Bolivia, según datos del Laboratorio de Aplicaciones de Satélites Ambientales de la Universidad federal de Río de Janeiro (Lasa-UFRJ).
En este santuario de la biodiversidad, numerosos paisajes han sido reducido a cenizas y se ve a menudo cadáveres de caimanes u otros animales carbonizados.
“Brasil está en llamas. De la Amazonía al Pantanal, el patrimonio ambiental de los brasileños se está convirtiendo en cenizas”, denunció Cristiane Mazzetti, de Greenpeace Brasil.
POLÍTICA DEL GOBIERNO. ”La gravedad de la situación es ante todo un reflejo de la política ambiental del gobierno Bolsonaro que, a pesar de la previsión de una temporada más seca en el Pantanal, no puso empeño en prevenir los incendios, agregó.
El Gobierno brasileño, que niega el cambio climático y preconiza la apertura de zonas protegidas a actividades mineras y agropecuarias, difundió el pasado fin de semana en redes sociales un gráfico que pretendía demostrar una disminución de los incendios forestales en 2020.
Pero las cifras se referían a los incendios de los primeros ocho meses de 2020 comparados a los de los 12 meses de años precedentes.
El avance de la deforestación, una de las principales causas de los incendios en la mayor selva tropical del planeta, lleva a varios países europeos, entre ellos Francia, a oponerse a la ratificación del acuerdo firmado el año pasado entre la Unión Europea y el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay).
En su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el 22 de setiembre, Bolsonaro denunció una “brutal campaña de desinformación sobre la Amazonía y el Pantanal”, pese a que los datos sobre incendios y deforestación provienen del INPE, un organismo oficial de prestigio mundial. Aseguró además que los incendios amazónicos son generalmente provocados por la práctica “de agricultores locales y de indígenas que queman sus pequeños cultivos para sobrevivir, en áreas ya desmatadas”.
Una versión rechazada por los ambientalistas y por líderes indígenas, como el emblemático cacique Raoni Metuktire.
El miércoles, Bolsonaro, aliado incondicional del presidente estadounidense Donald Trump, lamentó la “desastrosa y gratuita” amenaza del candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, para que Brasil frene la deforestación amazónica. Y atribuyó esa campaña a la “codicia de algunos países” sobre las riquezas de la región amazónica.
En un discurso virtual posterior ante la Cumbre de la Biodiversidad de la ONU, denunció igualmente a “algunas oenegés” implicadas en “crímenes ambientales”, que no detalló.