29 abr. 2025

Amebas democráticas

Por Benjamín Fernández Bogado – benjaminfernandezb@hotmail.com | <br/><br/>Todo cuerpo humano alberga en su interior parásitos de distintas especies y las amebas son una de ellas. Se alimentan de desechos, viven en los intestinos y sus efectos se exteriorizan de distintas maneras, todas ellas muy desagradables para la persona como para el entorno. Los naturalistas se refirieron a la ameba como animal de Proteus, un dios griego que cambiaba de forma, y el nombre ameba <br/><br/>Esta introducción tiene que ver mucho con las características que algunos gobiernos y gobernantes han decidido adoptar como forma de expresión del poder. Llegan a caballo de la democracia, pero en realidad están absolutamente en contra de sus formas e instituciones a las que consideran “arcaicas maneras de representación social”. <br/><br/>Agreden con sus conductas y discursos a los que denominan el “antiguo orden” sin percibir que en su camino en realidad están hiriendo de muerte al sistema democrático que los había aupado al poder. Por lo general, empiezan con ataques genéricos para luego centrarse en los empresarios, banqueros, periodistas y dueños de medios con una serie de variantes intermedias. <br/><br/>Como toda ameba cambia de forma y adopta distintos perfiles de acuerdo a las condiciones imperantes, de ahí que no sea extraño que algunos desde el Gobierno en un arrebato de cinismo comulguen con aquellos que se manifiestan en contra de sus políticas. <br/><br/>La coherencia no es una virtud reclamable de estos parásitos intestinales, cuya dimensión del todo se reduce al daño que su acción particular ejerce sobre una parte del cuerpo. Le da igual destruir instituciones como plantear requisitorias fuera de lo normal. Los gobiernos los temen porque muchos vienen de ese espacio parasitorio que los aupó al poder. <br/><br/>Por eso consienten sus reclamos, se vuelven rehenes de sus marchas y por lo general otorgan dádivas que solo sirven para mantener sus estructuras vivas afectando a su paso la seguridad, el tránsito y el futuro de todos.<br/><br/>La cuestión no es nada grave si lo que importa es adaptarse o perecer. Puede incluso la ameba democrática tener un discurso anticapitalista y adoptar formas absolutamente contrarias en su relación clientelar con los países que agrede. Venezuela es un caso típico que cuestiona a Estados Unidos, pero no puede desprenderse de su relación comercial tan estrecha por el petróleo con lo cual su retórica queda hueca y sin valor. <br/><br/>Correa estuvo en Asunción esta semana y cargó contra la prensa en el ánimo de concentrar energías en contra de un sector cuya posición crítica podría convertirla fácilmente en argumento retórico que busque soslayar soluciones que la gente anhela. La cuestión es mimetizarse y agregar nuevos rostros a una forma gelatinosa de ejercicio del poder donde no importan las definiciones claras que son tomadas como debilidad, sino adaptarse a las variables del momento: confundir y confundirse. <br/><br/>Algunos denominan a esto post modernidad, aunque el concepto implique variables más negativas que positivas. <br/><br/>Mirando las cosas desde una posición fisiológica que impone el análisis de las amebas, es claro que ellas surgen en el cuerpo de una persona y se alojan en su intestino por haber estado expuesto a focos de infección que una vez introducidos convierten a todo el organismo en rehén. La democracia requiere a veces purgarse legalmente de quienes en su nombre llegan al poder para acabar con ella.<br/><br/>