“Hay un interés muy grande en incrementar la inversión directa en programas de salud mental. Esta va a ser una de las grandes urgencias en nuestros países”, admitió en una entrevista con EFE en las oficinas del organismo en Washington.
La clave, para el experto, se encuentra en acompañar a las personas en sus propias comunidades en lugar de internarlas en centros especializados, una recomendación que comparte con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que incide en la necesidad de reforzar la atención primaria tras la pandemia.
El ex ministro de Salud colombiano detalló cómo la Covid-19 se ha cebado con Latinoamérica, en parte, por la fragilidad de sus sistemas sanitarios, lo que obligó a interrumpir muchos servicios esenciales durante más tiempo que otros países.
Estas carencias llevaron al continente “a sufrir un exceso de mortalidad mayor” al de otras regiones, y en su reconstrucción y refuerzo se encuentra la clave para prevenir los peores efectos de futuras pandemias, dijo el experto.
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“Es tremendamente importante que, a medida que salgamos del Covid, seamos capaces de aprender realmente las lecciones”, aseguró Uribe enfatizando la importancia de la equidad en el acceso a la salud.
“El mayor condicionante de la enfermedad es la pobreza, la vulnerabilidad, la exclusión”, añadió, y recuperar servicios esenciales como la vacunación, las pruebas para detectar el cáncer o invertir en una cobertura sanitaria universal son pasos fundamentales para reconstruir un sistema resiliente.
Una sanidad universal
Asegurar este refuerzo de la sanidad primaria pasa porque los países de rentas más altas pongan de su parte para financiar la reconstrucción de los sistemas sanitarios más afectados por la pandemia, lo que además protegería al mundo ante futuras emergencias.
“Una parte grande de esta agenda es regional y global, no nacional”, explicó Uribe.
El médico colombiano puso como ejemplo el fondo para pandemias aprobado por el Banco en setiembre del año pasado, con el que la institución buscará reforzar “la capacidad de prevención, preparación y respuesta en áreas como la vigilancia de las enfermedades zoonóticas, los laboratorios, la comunicación, la coordinación y la gestión de las emergencias”.
Países como Alemania, China y Estados Unidos, y organizaciones como la Fundación Bill and Melinda Gates o la Fundación Rockefeller ya se han comprometido a aportar hasta 1.400 millones de dólares, una cifra que el banco de desarrollo espera que aumente en los próximos meses.
Su Junta Directiva, además, estará asesorada por la OMS para determinar dónde realizar las inversiones más eficaces.
Impuestos saludables
Más allá de la financiación externa, una forma de aumentar la inversión en salud son los “impuestos saludables”, que gravan productos perjudiciales como el tabaco, el alcohol o las bebidas azucaradas.
Para Uribe, estas tasas pueden “aumentar los recursos para un sector al tiempo que reducen las necesidades de gasto”, ya que mejoran la salud de la población.
Si bien el experto concedió que su implementación debe atender a las realidades económicas, políticas y sociales de cada país, América Latina es un buen ejemplo de una región donde los impuestos a las bebidas azucaradas pueden hacer mucho bien, por las altas tasas de sedentarismo y la creciente obesidad y sobrepeso.
Este tipo de medidas, además, tienen un efecto importante sobre la equidad, ya que su incidencia sobre las comunidades más pobres y vulnerables suele ser mucho mayor, explicó Uribe.
“Los impuestos sobre el tabaco han ido progresando gradualmente a lo largo de décadas. Lo mismo se puede hacer con otras medidas saludables de una manera progresiva”, confió.