11 feb. 2025

Analistas ven un negro futuro para la presidenta Rousseff

Por Paulo Prada, de REUTERS

En Ufá.  La presidenta brasileña,  en diálogo con su colega ruso, Vladimir Putin.

En Ufá. La presidenta brasileña, en diálogo con su colega ruso, Vladimir Putin.

RÍO DE JANEIRO - BRASIL

Su predecesor y mentor dice que la presidenta de Brasil se está quedando sin recursos.

El principal partido de oposición dice que está listo para hacerse cargo y el líder de la Cámara Baja del Congreso sostiene que debería reconsiderarse el rol y el poder de la presidencia. Y eso no es usual en la democracia multipartidista de Brasil.

Más bien, la crisis política y económica que asola a la mayor economía de América Latina está llevando a políticos, analistas y gente de a pie a pensar en lo que se consideraba inimaginable: que la presidenta Dilma Rousseff, reelegida hace menos de nueve meses, pueda no llegar al final de su mandato en 2018.

“Es una posibilidad real”, dijo Carlos Melo, analista político de la escuela de negocios Insper de São Paulo. “Las malas políticas y el estancamiento político están convirtiéndose en algo más apremiante”, agregó.

Nadie espera que Rousseff, una ex funcionaria de 68 años que se convirtió en ministra de Energía, renuncie, y ella ha dicho en reiteradas oportunidades que no dejará el cargo. Una impugnación requeriría una prueba, que por ahora no existe, de que ha cometido crímenes u otras faltas, particularmente en lo que se refiere al escándalo por sobornos en la petrolera estatal Petrobras.

Pero la simple idea de inestabilidad política ilustra cuánto ha caído Brasil desde la cúspide que alcanzó hace cinco años.

Entonces, cuando Rousseff asumió montada en los hombros de su predecesor, Brasil estaba en alto gracias a un auge de las materias primas y se le consideraba la estrella de las naciones emergentes, con un crecimiento anual de un 7,5 por ciento incluso cuando el mundo en desarrollo se frenaba.

Ahora la economía de Brasil probablemente está en recesión, el desempleo sube y la inflación está disparada a cerca del 9 por ciento, o el doble de la meta oficial, mermando el poder adquisitivo de la clase trabajadora.

Al mismo tiempo, el escándalo de Petrobras se acerca incómodamente a importantes asesores, un auditor federal podría rechazar pronto las cuentas gubernamentales de 2014 y la aprobación de Rousseff ha caído a un dígito en porcentaje, la más baja de cualquier presidente en el último cuarto de siglo.