¿Qué factores convergen para evolucionar de situaciones desalentadoras a historias de éxito? ¿Qué hay detrás de esas imágenes del “antes y el después” que tanto nos atrae ver por la televisión o en redes sociales?
Existe un patrón que se repite detrás de cada transformación: Un protagonista es inspirado a tomar acción y enfrentar una gran oposición, porque sabe que puede crear otro final.
Cuando vemos que alguien enfrenta sus miedos y que persevera –aún en medio de su debilidad– algo se enciende en nosotros y nos da curiosidad. Es que detrás de toda transformación se incuba esta pregunta: ¿EN QUIÉN ME PUEDO CONVERTIR? Si sé que existe una posibilidad de que en mí haya un potencial de cambio para bien, entonces esa es una fuerza poderosa que quiero desatar y no desperdiciar.
Cuando uno es transformado pasa de un estado a otro. Se desprende de antiguas maneras de ser, o de pensar, o hacer. Pero este proceso no es instantáneo. Lleva tiempo y varias tensiones de por medio. Se oscila entre la duda y la certeza, entre el miedo y la valentía, entre el estancamiento y la progresión, entre las equivocaciones y la redención.

En ese camino es donde la ADEC decide entrar: En la enorme misión de la transformación de la sociedad. “ADEC transforma” es el mensaje conciso y poderoso que guía las acciones y decisiones de nuestra organización. Es la esencia detrás de cada programa e iniciativa de formación. Entre todas las opciones posibles como “informar, educar, guiar, entretener (...)”, ¿por qué transformar? Esa es una labor muy difícil que implica cambio profundo, movimiento y evolución.
Llamarnos Asociación de Empresarios Cristianos y mantener ese nombre por 40 años es de por sí una gran responsabilidad, porque quienes pertenecemos a ella debemos ser los primeros en reflejar los valores que queremos ver plasmados en Paraguay: El bien común, la vocación de servicio, la participación activa, la conducta ética y la integridad.
Estos valores permanecen etéreos hasta que los vemos encarnados en alguien más y nos inspiran a actuar. Como asociación no intentamos transformar con “ejemplos perfectos de vitrina”, al contrario, queremos mostrar cómo seres humanos imperfectos pueden caminar juntos hacia una vida de integridad, pese a toda la adversidad.
O somos un ladrillo más en la pared, estático y mimetizado, o somos el martillo que golpea y derriba barreras para que otros crucen al otro lado.
Queremos empresas más humanas, más éticas, más solidarias. Pero descubrimos el secreto tiempo atrás (nuestro fundador José “Bebe” Bergues nos lo enseñó de forma magistral): Todo empieza con la transformación de una persona a la vez. Y si es un líder empresarial el efecto cascado puede ser sideral.
En la anatomía de una transformación vemos que el miedo y el desánimo se levantan para cancelar la progresión. O nos quedamos quietos o ganamos tracción. Pero nos seguiremos moviendo, ¿saben por qué? Es posible crear otro final.