06 jul. 2024

Anexo C: ¿Para cuándo la revisión?

La expectativa al iniciarse el presente periodo era que se trataba de un año crucial signado por los preparativos para la revisión del Anexo C de Itaipú, del cual habrían de surgir enormes posibilidades para alcanzar recursos con el fin de ayudar al desarrollo del país.

Los expertos y analistas trazaban opciones y eventuales escenarios en los que Paraguay, ¡por fin!, podría acceder a más divisas, superado ya el escollo de la cuantiosa deuda (parte de ella espuria) y con alternativas de vender su parte de la energía que comercializa la binacional a precio de mercado y no una mera cesión por la que Brasil le transfiere un precio irrisorio.

Se gestó a nivel oficial hasta un grupo asesor, se expusieron los argumentos en torno al hito de mejorar las condiciones de ingreso del país, mediante la renegociación de las condiciones financieras y el establecimiento de la tarifa de energía. Sectores comprometidos vienen refrescando la memoria sobre lo que deja de hacer el Gobierno para informar a la ciudadanía, y el silencio sobrevuela respecto de las acciones gubernamentales a emprender.

Va terminando el año y poco es lo que se puede tener sobre la mesa como producto de los encuentros entre presidentes, altas cúpulas y/o técnicos, que apunten a algo concreto relacionado con las posturas que esgrimirán ambas naciones. Para resumirlo en lenguaje coloquial: No vuela una mosca en la cuestión Itaipú; y es harto preocupante, porque se trata de una oportunidad única del Paraguay para mejorar su rol como margen derecha de la binacional.

Cuando las cuentas fiscales tambalean y el Estado necesita más inyección de capital para resolver el déficit en obras públicas y sectores sensibles, se presenta la oportunidad de alcanzar la concreción de ingreso genuino por la explotación hidroeléctrica, que signifique una mayor industrialización, mediante instalación de más electrointensivas, pero que también se extiendan esas posibilidades al desarrollo, y se derrame esa riqueza sobre todo hacia los ámbitos más vulnerables.

Pero la salida que observan las autoridades –para lo cual también está el lobby en el Parlamento con el fin de que allanen el camino– es la prosecución del endeudamiento público, a través de nuevas emisiones de bonos soberanos, que estarán acercando el porcentaje sobre el PIB a límites ya peligrosos, mientras tampoco se podrá contener el déficit fiscal tal como se había proyectado, con el fin de que converja al 1,5% para el año venidero.

El hermetismo acompaña a los preparativos paraguayos que llevarán a los negociadores a enfrentar a sus pares brasileños, sumamente expertos en imponer condiciones leoninas y recibir el guiño de la contraparte, como cuando se gestó el acta secreta durante la anterior administración nacional, que hubiera embargado el futuro del país con un contrato injusto hacia los intereses nacionales.

Paralelo a ello, no se observa tampoco un proyecto serio que apueste a la hidroenergía para aprovechar esa fuente y plasmar en la realidad recursos para sectores como el transporte, que dinamicen más la producción amigable con el ambiente y colaboren con la generación de fuentes de trabajo.

La debilidad diplomática local tiene sus puntos álgidos con la tibieza que caracterizó a muchas negociaciones. Pero es hora de apuntar fino y establecer las prioridades que la sociedad necesita para avanzar, mediante el mayor flujo de ingreso relacionado al probablemente más preciado bien con se que cuenta para generar riqueza, amén de la necesidad de un manejo más transparente de la cúpula que administra la margen derecha, salpicada constantemente por escandalosos niveles de elevados sueldos e injustos nombramientos para amigos y parientes.

Si no aparece el golpe de timón, no solo 2023 pasará sin pena ni gloria, sino que se extenderán la incertidumbre y la falta de soberanía energética por quién sabe cuánto tiempo más.

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