En el marco del aniversario 34 del golpe de Estado de 1989 que puso fin al régimen del dictador Alfredo Stroessner, el historiador Claudio Fuentes Armadans sostuvo que la dictadura cayó, pero el stronismo no se fue y sigue presente.
“La dictadura cayó, pero el stronismo no se fue. Las formas políticas, económicas, sociales y cultuales del stronismo siguen vigentes hasta hoy en día”, afirmó en conversación con Última Hora.
El régimen de Stroessner fue responsable de torturas, muertes y desaparecidos, que empezaron a ser identificados muchos años después. Al menos 456 personas desaparecidas, 18.772 torturados y unas 20.090 víctimas directas son apenas una parte de las cifras que dejó la dictadura de Stroessner a lo largo de sus 35 años en Paraguay.
Para el historiador, el régimen solo ahondó en las desigualdades que el propio Stroessner ya heredó. “Hay desigualdades estructurales como la posesión de la tierra, que viene del final de la Guerra de la Triple Alianza”, prosiguió.
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Son más de ocho millones de hectáreas de tierras públicas que debían ser destinadas a la reforma agraria, pero fueron repartidas a militares, funcionarios públicos de alto rango, seudoempresarios, terratenientes brasileños y de otras nacionalidades. Hasta hoy no han sido recuperadas, según la Plataforma Social de Derechos Humanos, Memoria y Democracia.
Respecto al 2 y 3 de febrero, Fuentes Armadans explicó que fue el propio régimen stronista el ejecutor del golpe de Estado, que terminó en el exilio de Alfredo Stroessner.
En otras palabras, el stronismo armó un golpe de Estado contra el propio Stroessner para de salvar el sistema basado en el Gobierno, las Fuerzas Armadas y el Partido Colorado. “No fue un golpe de Estado por fuera del régimen, sino que es el régimen ajustando cuentas internas. Los que hicieron el golpe de Estado a Stroessner eran stronistas hasta el día antes”, puntualizó.
“La añoranza de la dictadura”
Cada tanto se escucha decir que “en la época de Stroessner se vivía mejor”, expresión repudiada por aquellos que sufrieron en carne propia los castigos del régimen.
El historiador habla de una “añoranza” sin sustento, ya que solo aquellos que militaban en el stronismo sostienen “que se vivía mejor” en la dictadura.
"¿Seguridad para quién? Para la población común no había seguridad, ellos un día podían desaparecer, un día podían aparecer en una comisaría siendo torturados o torturadas o siendo abusados o abusadas sexualmente”, finalizó.