21 oct. 2024

Ante el avance opresivo

“Sin libertad de prensa, moriríamos asfixiados”. No lo escribo yo, lo dijo el presidente de la República la semana pasada en la 80ª Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). “Porque es cuando el periodismo le dice al poder la verdad, lo que no quiere escuchar, que se hace grande y justifica ante la historia”, añadió entre otras palabras.

La libertad de expresión y de prensa está consagrada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que reza en su artículo 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Como otros varios derechos, es atacado constantemente por el poder, o pregúntenle a una senadora que osó cuestionar al poder desde el Congreso y la expulsaron, o a otro legislador del equipo político de la parlamentaria echada que dice lo que no quieren escuchar y ahí está también bajo la espada de Damocles.

El mandatario además firmó la Declaración de Chapultepec, un decálogo sobre la libertad de expresión, gesto con el que él se comprometió a velar por este derecho y sus derivaciones. Veremos. Por poner solamente un ejemplo, en el caso de la congresista anteriormente citada, justificó la aberración diciendo que era otro poder del Estado y que si tuviera “que cambiar a un ministro o a un presidente de ente”, esa es una decisión que le compete. No es así, son situaciones diferentes.

Sin embargo, el presidente también cuestionó que la prensa sigue “con la lógica de la dictadura”. “Veo todavía a algunos medios de prensa de mi país aprisionados con un enfoque perimido, en lugar de tener en cuenta los problemas actuales”, afirmó. En este caso, parece que al titular del Poder Ejecutivo le faltan gafas, porque precisamente lo que más ven los medios que hacen su tarea (generalizando) son los “problemas actuales”.

Y por supuesto, la prensa no está para alabar las gestiones del Gobierno, su deber no es la del adulón de la seccional o del comité. Si hay una gestión aceptable, apenas están aprobando la materia, no hay por qué jactarse de nada. Lo subrayaron certeramente, es el “perro guardián de la democracia”. Su rol es controlar al poder, y ante la actitud oficialista se acaba esa noble alternativa; mientras desde el Estado la opacidad y la divulgación de información selectiva son dos de las principales armas de este gobierno.

La prensa está para discutir con el poder, y hasta pelear con él si es necesario. Esta función implica “no dar el brazo a torcer” ante las injusticias, ante la falta de salud, seguridad y educación. Todavía le falta demasiado, presidente, para que empiece a escuchar alabanzas, la historia lo juzgará adecuadamente, si fue un adalid de la democracia como se muestra en el extranjero, o si permitió que esta cayera un poco más en el hoyo donde parece estar.

“Lastimosamente, la intolerancia y el autoritarismo siguen insistiendo en acallar las voces críticas, las que desnudan sus falencias y defienden al más débil. A pesar de que la democracia hoy está fuerte en América, sigue existiendo la persecución a la prensa en muchos lugares de nuestro continente”. Lindas declaraciones, señor presidente, y oportunas para una introspección exhaustiva.

Nuestro país no pasa precisamente por un plausible respeto a la libertad de expresión y de prensa, y vale recordar que está consagrada en la Constitución Nacional, aclarando que “no habrá delitos de prensa, sino delitos comunes cometidos por medio de la prensa”, que “toda persona tiene derecho a generar, procesar o difundir información, como igualmente a la utilización de cualquier instrumento lícito y apto para tales fines” (artículo 26). También que “se reconoce el derecho de las personas a recibir información veraz, responsable y ecuánime”, y que “las fuentes públicas de información son libres para todos” (artículo 28). Usted lo dijo, presidente: “El autoritario y el dictador lo saben: Callar a la prensa es la primera tarea”. Mantengámonos en guardia entonces.

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