“Hay muchas heridas y llagas abiertas en la sociedad, llagas y padecimientos que curar, heridas de la santa faz, en los rostros sufrientes encontrados, que sangran lágrimas de dolor, en los cotidianos, vía crucis del cuerpo social y de la humanidad. Las llagas abiertas de las guerras, de los crímenes desproporcionados, que rayan en genocidios y hambrunas de muerte causadas por la maldad y el odio, atentados y atropellos contra la dignidad humana en todas sus formas”, expresó.
Ante esas llagas, comentó, podemos manifestarnos incrédulos, fríos e indiferentes, apáticos y escépticos. Los renegados que piden la liberación de los corruptos y homicidas, y condenan y matan a inocentes y al autor de la vida. Son espectadores, cómplices, jueces, verdugos y sicarios al costado del vía crucis.
O bien, añadió, como testigos del resucitado, nos ponemos de rodillas, para sanar heridas, perdonar, pedir perdón, sobrellevar el peso de la cruz, siendo protagonistas altruistas y conmiserados.
“María Santísima nos cubra con su manto de piedad, y nos sostenga en nuestras debilidades y vulnerabilidades, con las marcas y cicatrices que llevamos personalmente en nuestros cuerpos y el cuerpo social, para enfrentar nuestros miedos, con la paz y fe que nos inspira el Señor resucitado que nos dice y asegura: “La paz esté con ustedes”, expresó monseñor Martínez.