13 mar. 2025

Antiguo esquema de clientelismo se perpetúa en las seccionales

El lamentable caso de los regalos de termos con dinero para los dirigentes de seccionales coloradas nos muestra que el esquema clientelista de la ANR sigue vigente. Las seccionales coloradas surgen prácticamente con la fundación misma del Partido Colorado y constituyen la base más organizada, con activa presencia en cada barrio y ciudad del país, que ha cumplido un importante rol asistencialista, pero sobre todo, manteniendo una confusión sobre la cual se construye su poderío: confundir el partido con el Estado.

Sin considerar el bochorno durante la asunción del nuevo presidente norteamericano, el caso del regalo de Navidad para los dirigentes de seccionales coloradas podría ser considerado el primer gran escándalo del año.
El hecho se hizo público hace apenas unos días; sin embargo, sucedió antes de la Navidad, cuando se organizó una reunión de dirigentes de seccionales de Asunción y Central en la residencia presidencial de Mburuvicha Róga. Se presume que el objetivo del encuentro fue para limar asperezas entre el Ejecutivo y la dirigencia porque Santiago Peña y Pedro Alliana no escuchan los pedidos de las bases.

En la ocasión, los dirigentes de seccionales recibieron cada uno un termito dentro del cual había G. 5 millones, y de hecho, la imagen del termito con dinero fue la que precisamente se volvió viral en los medios y redes sociales, causando asombro e indignación. Una de las fuentes había dicho a ÚH: “... para que nos tranquilicemos nos dieron otros G. 5 millones, hay un descontento, no se está cumpliendo nada de lo que nos prometieron”.

La comprobación de que sigue vigente la deleznable práctica clientelista precisamente es lo que causó gran enojo en la ciudadanía. Recordemos que fueron algunas de estas prácticas las que colaboraron para mantener una sangrienta dictadura de 35 años.

El modo stronista de capturar las instituciones del Estado paraguayo para el Partido Colorado fue uno de los pilares de la dictadura, junto con la errónea pero productiva identificación del partido con el gobierno: una perversión que, además, es el origen del clientelismo y el prebendarismo.

Las seccionales coloradas se han llegado a identificar como sucursales de las instituciones del Estado paraguayo, y lamentablemente en democracia no ha sido posible desmontar esta lucrativa práctica. Recordemos que los dirigentes de seccional son conocidos por los privilegios que reciben. Hace tan solo un año se dio el caso de que, una semana después de la asunción de Santiago Peña, un presidente de seccional fue nombrado encargado en administración de la sede de Yacyretá en Pilar; meses después se dio otro contrato similar a otro seccionalero. De este modo, por militar en la ANR la dirigencia colorada es premiada con cargos públicos, y salarios que van de G. 17 millones a G. 46 millones. Pese a todo, la dirigencia de base no está satisfecha, por lo cual desde el Gobierno se decidió repartir los termos como presentes de fin de año.

El presidente Santiago Peña había negado y luego confirmado que fue una donación de un dirigente, pero al final no aclaró de dónde salieron los fondos. Luego hizo una férrea defensa del rol que cumplen las seccionales, y dijo que estas son una “caja de resonancia porque actúan como líderes comunitarios que escuchan a la gente y que tienen la validación del voto popular”.

Según el presidente de la República, los seccionaleros son los que atienden a los más vulnerables, “ellos muchas veces se vuelven servidores ad honorem . Se les quiere dar la connotación negativa al seccionalero, que es el dirigente político que finalmente es el que defiende la democracia, pero muchos de ellos no tienen ningún cargo público, son líderes comunitarios, son los que llegan con nuestros mensajes de los programas de gobierno como Hambre Cero o Che Róga Porã”.

Olvida el presidente que todo eso es función de Gobierno, y que los programas citados se ejecutan con dinero público y no del Partido Colorado. En un país con una institucionalidad tan frágil, necesitamos que la ciudadanía recupere la confianza en las instituciones y en sus autoridades. Y eso solo será posible con un manejo transparente de los recursos públicos.

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