27 nov. 2024

Apasionados por las orquídeas

No hay otra flor que se compare con ella. Su belleza exótica cautiva a primera vista, al punto que la orquídea tiene sus fanáticos. Ellos nos cuentan por qué les gusta tanto esta especie.

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Foto: Fernando Franceschelli.

Todos tenemos alguna pasión en la vida. Así, hay quienes son apasionados por las flores, y entre ellos, los que son fanáticos de las orquídeas. Esta flor, cuya belleza exótica es reconocida a nivel mundial, tiene una numerosas variedades: se estima que existen entre 25.000 y 30.000 especies. Su belleza es admirada por muchos y, en Paraguay, existen cultivadores y coleccionistas de esta flor, quienes integran asociaciones de orquidofilos en Asunción, Encarnación, Colonias Unidas, Pirapó y Alto Paraná.

Las orquídeas cautivan por el hecho de ser únicas. “Hay que tener en cuenta que se adaptan a cualquier lugar y difícilmente quieren morir. Se puede tener una planta a raíz desnuda, sin plantarla, y va a sobrevivir. Eso es porque las orquídeas tienen reservas de alimentos en los pseudobulbos, donde se acumulan, y prácticamente de ahí van consumiendo, hasta que no tienen nada más que absorber, entonces se van muriendo. Pero son plantas nobles, que se adaptan fácilmente, y para ello es fundamental conocer su género, su identidad”, enfatiza César Rojas Añazco, presidente de la Asociación Paraguaya de Orquidófilos.

Estas especies nativas son algunas de las pocas plantas que se han adaptado a los ecosistemas del mundo. Al parecer incluso existen orquídeas en el polo, en el Ártico.
La historia registra que el primer indicio de admiración hacia la orquídea se vio en tiempos antes de Cristo, en un poema de Confucio, en que la llamó flor de noble carácter. Actualmente hay obras en literatura y en el cine inspiradas en esta especie. Por ejemplo, la irlandesa Lucinda Riley escribió una novela llamada El secreto de la orquídea, y el americano Zalman King dirigió la película Orquídea salvaje. Además, es símbolo de la cultura china y flor nacional de algunos países latinoamericanos, como Venezuela, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Panamá y Honduras, según BBC Mundo.

Profesión y pasión

Las primeras orquídeas de colección en Paraguay fueron importadas de Colombia y Venezuela, en los años 70. En esa época se fundó la Sociedad Paraguaya de Orquidófilos, hoy reconocida como asociación. Beatriz Ferreira de Greenwood, ingeniera agrónoma y coleccionista de orquídeas, forma parte de este gremio casi desde sus inicios. Si bien ella trabajó en proyectos forestales, eso no fue lo que dio pie a su pasión por esta especie. “Yo me entusiasmé por las orquídeas a partir de otras personas que tenían estas flores y se pasaban hablando de ellas. Entonces yo también resulté cautivada”, cuenta.

Beatriz tuvo su primer contacto con las orquídeas en su hogar, mirando las colecciones que tenía su madre. Ella recuerda, además, que cuando era muy joven y viajaba hacia Alto Paraná, en los árboles de los bosques que había en el camino, veía orquídeas. Para ella, todo eso era una maravilla. Hoy, apenas ingresa a un bosque, mira con ansiedad entre los árboles para ver si puede descubrir alguna nueva especie. Ella maneja con destreza todo lo relacionado con la planta, precisamente por sus conocimientos forestales.

Su colección comenzó con intercambios por motivos de cumpleaños u otra ocasión especial. Así fue creando su jardín, que se convirtió en un orquideario en su propia casa, donde hoy cuenta con aproximadamente 100 ejemplares de distintas especies. “Yo tengo una parte en Trinidad, y todo lo que está duplicado lo llevo a Emboscada, a una zona con típicas características del Bajo Chaco”, afirma.

Pero no todas las orquídeas tienen los mismos requerimientos. Según la ingeniera, hay que agrupar las especies de acuerdo al clima que les vaya mejor. Hay algunas a las que les gustan más la sombra y la humedad, y a otras el sol y un ambiente más seco. Por eso sugiere: “Cuando uno tiene un patio grande, por ejemplo, puede ir poniendo microclimas para las distintas especies. Yo tengo separadas las Miltonias, las Oncidium y las Cattleyas”.

¿En la familia seguirán sus pasos? Tiene un hijo que trabaja en la misma profesión que ella, pero cada vez que lleva a su casa una planta de orquídea, termina secándose. Beatriz argumenta que su hijo no tiene tiempo para dedicarse al cuidado de la planta; y lo mismo pasa con sus otras tres hijas. “Es fundamental dedicarle tiempo y hacer el seguimiento del estado de las hojas y las flores. Si yo veo, por ejemplo, que el viento afecta a la flor, tengo que cambiar la maceta a otro lugar, porque si no se va romper, o el pimpollo se destruirá. Así, uno tiene que estar constantemente pendiente”, aclara la coleccionista.

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Foto: Fernando Franceschelli.

Anhelo alcanzado

Myriam Munro de Ferreira también es coleccionista y cultivadora de orquídeas, desde hace muchos años. Miembro de la Asociación Paraguaya de Orquidófilos desde 1977 —año de fundación— ella asume que su pasión es una herencia. “Recuerdo que mis suegros tenían una propiedad en Emboscada, donde había muchas orquídeas nativas en los árboles. Mi suegra también tenía, y cuando yo me casé, me regalaron algunas. Así comencé", relata.

Ella sostiene que cuando a uno le gusta algo, se puede encontrar tiempo de cualquier modo. Antes de casarse, ella ya coleccionaba orquídeas, fue educadora de párvulos, crió a cuatro hijos y además su esposo trabajaba en el campo, mientras ella residía en Asunción.

“Yo procuro cuidar mis plantas de la manera más natural posible. Los fungicidas e insecticidas los uso solamente en caso de que las plantas estén enfermas, de lo contrario no les pongo ningún producto, uso lo menos que se pueda. Abono sí le pongo cada casi 15 días, el abono foliar. Eso ayuda a que las plantas florezcan y crezcan saludables”, dice.

Las orquídeas tienden a desarrollar alguna enfermedad después de largos días de lluvia, por el exceso de humedad, y también pueden resultar dañadas por el exceso de luz solar.

Es común creer que las orquídeas tardan años en florecer, aunque Myriam aclara que depende de qué especie se trate y de los cuidados que reciba, porque algunas tienen capullos apenas son cultivadas y otras demoran años. La orquidófila toma una Cattleya de su jardín, que tiene dos preciosas flores de color fucsia y una raíz que es necesario sostener con las dos manos. Nos cuenta que tardó 23 años en florecer. “Puede ser que ahora yo parta esta raíz y tal vez florezca en uno o dos años, depende del tratamiento que le dé. Hay que cuidar que reciba la humedad y luminosidad necesarias. El cultivo de raíz dividida florece en menos tiempo que las orquídeas de siembra con semillas, las cuales demoran al menos seis o siete años”, aclara.

Ella dice conocer a dos personas que realizan cultivo in vitro en sus casas, con semillas en polvo en tubos de ensayo, como medio de cultivo. “La semilla se baja ahí y cuando va germinando, se muda a otros frascos, a medida que se van multiplicando las pequeñas plantas”, explica.

En su juventud, cuando hojeaba páginas de revistas con imágenes de orquídeas, Myriam se asombraba de la belleza de sus exóticas flores y pensaba que aquello estaba muy lejos de su alcance. Luego de muchos años se formó una idea distinta. “Cultivar orquídeas no es algo inalcanzable. Ellas son perfectas, tan exóticas, tan lindas... Y muchas veces se cree que es difícil, pero no es así. Cualquiera puede cuidar de ellas, siempre y cuando la planta tenga el lugar que necesita en la casa de uno. Se trata de darle un espacio donde se sienta bien”, considera.

Satisfacción personal

De pasiones largas, pasamos a una que nació más recientemente, en una generación distinta. César Rojas Añazco también se considera un amante de las orquídeas y el primer contacto que estableció con ellas fue hace diez años, cuando recibió como regalo una Phalaenopsis de parte de su secretaria. Él trabaja en la gerencia de una empresa y es el actual presidente de la Asociación Paraguaya de Orquidófilos.

“Cuando recibí de regalo, vieron que me gustó, entonces me regalaron otra. En mi casa, había sido, teníamos la Dendrobium común, de esa que florece en varas. También la Cattleya nobilior, de hojas más cortas, y que hay en casi todas las casas. Gracias a todo eso, me di cuenta y empecé a comprar mis primeras orquídeas”, detalla.

Como su emoción fue en aumento, César creó una página en Facebook a la que tituló Mundo de orquídeas y que tiene más de 27.000 seguidores. El hecho es que esta iniciativa lo llevó a contactar con otras personas que compartían su mismo interés.

Como se desempeña laboralmente en un área empresarial, dispone de poco tiempo para dedicarse a otras actividades. “Los fines de semana cuido mis orquídeas, que están en Itauguá. Para mí es un tiempo de relax estar ahí un domingo o un feriado, removiendo tierra, cambiando sustratos, plantando acá, llevando otra allá. Veo si necesita algún fungicida o bactericida, porque es lo único que le pongo. Cuando veo que la planta está enferma, trato de cuidarla, para que se recupere, pero no uso ningún abono especial para que florezca”, manifiesta. Existe un abono compuesto llamado NPK —fertilizante con nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K)—, con el cual puede variar el porcentaje de posibilidad de que la planta vaya a florecer; sirve principalmente para mejorar su condición vital.

En el caso de César, sus orquídeas son su mayor estado de satisfacción personal. Mediante eso asegura que conoció a gente maravillosa con la que comparte el mismo entusiasmo. Esta relación lo ayuda a enriquecer sus conocimientos sobre el mundo orquidófilo.

Miriam Munro, por ejemplo, dice que conoció a mucha gente que, cultivando orquídeas, salió de la depresión, superó una muerte, e incluso problemas familiares. Ella expresa: “Atrapa de lleno cuando uno ve florecer su planta, es algo que reconforta”. Beatriz resume: “Es un tema tan apasionante, que para las personas es como una terapia. El que entra en el orquideario ya no sale, porque es cautivante”.

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Foto: Fernando Franceschelli.

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Para un buen cuidado

César Rojas sugiere atender principalmente tres factores climáticos en el cuidado de las orquídeas.

Luz solar: deben recibir suficiente luz solar, pero no directamente, porque puede quemar las hojas y las flores, pero sí tienen que tener buena luz. Cada género de orquídea requiere luminosidad de forma distinta. Por ejemplo, las Vandáceas necesitan más y las Phalaenopsis menos.

Aire: la planta debe estar al aire libre, pero no recibir viento fuerte.

Humedad: el ambiente húmedo tiene que ser único, de acuerdo a los porcentajes necesarios. Hay plantas que precisan al menos 80% y otras menos.