09 may. 2025

Aprovechar este tiempo para la reflexión y compartir en familia

Estos días de la Semana Santa tienen un significado especial para quienes profesan la fe católica, pues recuerdan la Pasión de Cristo y celebran su Resurrección. En este cambio de rutina, hay más tiempo para el descanso, para compartir con la familia y con la comunidad; es oportuno para compartir la mesa y las delicias gastronómicas tradicionales. Al mismo tiempo es ideal para la reflexión y toma de conciencia sobre la manera en que vivimos nuestras creencias, si lo hacemos con coherencia para tener un impacto positivo en la sociedad.

Estamos viviendo en estos días probablemente una de las conmemoraciones religiosas más importantes para los paraguayos. Tradicionalmente, quienes profesan la fe católica asisten a las celebraciones litúrgicas que recuerdan la Pasión de Cristo. Y, en algún punto hay un encuentro entre quienes aprovechan esta semana para el turismo y el descanso, y aquellos que participan activamente de los rituales propios de la Semana Santa.
El Jueves Santo ocupa un lugar especial en el calendario, pues hoy se recuerda la Última Cena de Jesús con sus apóstoles; se recuerda que Jesús compartió por última vez con ellos. Es tradición a nivel popular compartir en familia el karu guasu, el banquete de Jueves Santo, en el que se comparten las infaltables delicias, como sopa paraguaya y chipa guasu.

En el Paraguay sigue siendo bastante fuerte la religiosidad popular y mucho del antiguo ritual que se reproduce entre el jueves y el domingo es una mezcla de la fe y las expresiones de nuestra identidad popular, las cuales son al mismo tiempo de gran interés a nivel cultural. Hablamos, por ejemplo, del clásico Recorrido de las 7 Iglesias, el Vía Crucis viviente que se escenifica en cada comunidad del país, el lastimero canto de los estacioneros el Viernes Santo y el espectáculo que tiene lugar cada año en Tañarandy, la tradicional procesión del Viernes Santo que congrega la religiosidad popular.

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Estos días son también muy oportunos para compartir en familia no solamente actividades, sino la planificación y la concreción de ritos tradicionales como el chipa apo, que sigue siendo una costumbre importante, pues une a la familia alrededor de la confección del alimento fundamental para los paraguayos: la chipa.

La Semana Santa es, ciertamente, un hecho religioso, pero que nos permite a todos la posibilidad de aprovecharla para la introspección y reflexión, no solo sobre cuestiones de la creencia, sino sobre todo para examinar cómo se viven esas creencias en la interacción en la sociedad, para proyectarnos más hacia la comunidad haciendo realidad los valores de la generosidad, la solidaridad y la comprensión.

La Semana Santa es asimismo un momento para reafirmar la necesidad de que los creyentes se conviertan en agentes del cambio en la sociedad, a través de un compromiso que les permita ver el sufrimiento de Cristo en el sufrimiento del pueblo paraguayo, que padece injusticia, desigualdad y abandono. Como reflexionaba el cardenal Adalberto Martínez: “Jesús vivió la injusticia, la fragilidad, la impotencia y la caída del inocente aplastado por la crueldad y ambición de los poderosos”.

El prelado se pregunta si en nuestro país se sigue condenando a inocentes, como Jesús, y se libera a los criminales como Barrabás, y si se dictan sentencias preparadas de antemano por los poderosos, en la oscuridad de la noche. En este punto se refirió específicamente a temas dolorosos de nuestra realidad y que lamentablemente afectan a los paraguayos: la mafia de los pagarés, que “evidencia una orquestación de los poderosos para despojar de sus escasos recursos a los más débiles de la sociedad”, así como también el dolor de “una madre al llorar por la pérdida de un hijo por negligencia médica”.

El cardenal denunció la exclusión de los pueblos indígenas, afirmando que ‘‘se los desnuda y ahoga en su espacio vital y no pocas veces con procedimientos amañados y actitudes indolentes”.

En esta Semana Santa es importante compartir con la familia, pero así también es fundamental reflexionar sobre el rol en la sociedad, para reafirmar el compromiso con aquellos que padecen, con quienes sufren, son excluidos y descartados de nuestra sociedad, porque como afirma el cardenal Adalberto Martínez ‘‘es el padecimiento de Jesús mismo”.

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