24 dic. 2024

Apuntes para la unidad

En el Paraguay nos une una larga historia de luchas en unidad: en plena dictadura, en los tiempos más oscuros de nuestro país, fue la unidad la que sostuvo la resistencia y la que nos permitió celebrar la caída de la tiranía, recuperar el valor de la vida y la memoria de cada uno de los compañeros y compañeras.

Entre los grupos que conforman el bloque progresista y transformador siempre existieron sensibilidades diferentes, genuinas, suscitadas en un acumulado de originales experiencias organizativas de lucha social, política o electoral. Estas diferencias nunca opacaron el objetivo central y unitario: la lucha por la dignidad, el de la emancipación y la soberanía del pueblo, el de la democracia y la igualdad de los paraguayos y paraguayas. Lo hemos expresado de muchas maneras, pero quizá la más sencilla y poderosa es esa que dice: con el pueblo ¡siempre!

Fue esa unidad en lo trascendental la que nos permitió lograr aquella gran victoria del 2008, bajo el liderazgo indiscutible de Fernando Lugo y enfrentando el gran desafío de construir una herramienta política que nos permitiera sintetizar tantas décadas de lucha.

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En aquel entonces la cualidad principal de la unidad no fue la simple suma de organizaciones, lo que nos reunió fue sentir que todos estábamos en el mismo bando, el bando de la gente común, de las mayorías sociales del Paraguay. Quienes llevábamos años discrepando en el cómo, supimos ponernos de acuerdo en el para quién. Este debe ser también nuestro norte hoy, que el Paraguay enfrente unido un reto trascendental que es desalojar totalmente a la mafia del Gobierno.

De nuevo debemos apostar a la unidad en la pluralidad porque lo que nos une trasciende las individualidades y nos guía en la acción política. Y lo que nos separa, visto en perspectiva, son nimiedades.

La política es la armonía de lo diverso. La unidad no es estática, sigue en constante transformación. En el camino de la unidad, los debates y las posiciones encontradas no pueden ser vistos como sospechosos, responden a distintos cómo, para ese mismo fin que nos une. Debatamos libremente, con fiereza si es preciso, pero no olvidemos que el resultado de nuestro debate debe ser una posición única en torno a la cual todos podamos congregarnos en la acción política.

Antes de terminar estas líneas quiero lanzar un mensaje particular a los míos, a la buena gente del Frente Guasu. El Frente nació de la unidad en la pluralidad, emergió como actor político de relevancia en nuestra sociedad con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de miles de compatriotas. La historia nos contempla, siempre estuvimos del lado del cambio y de la unidad en favor de las mayorías, sin ignorar a las minorías.

Estoy convencido de que no se nos perdonaría no estar a la altura, no hay razones suficientes, por poderosos que sean los agravios del pasado, que justifiquen convertir al Frente en un obstáculo para lograr la unidad por el cambio.

El tiempo se acaba. Todos y todas, los actores políticos que en Paraguay adversamos a la mafia tenemos la obligación de asumir el desafío que nos interpela en este preciso momento histórico, la tarea de definir nuestro papel y las consecuencias de nuestras decisiones en términos de la acción práctica y de su consecuente resultado electoral. El enemigo es grande y poderoso, y no nos perdonará ninguno de nuestros errores. De cometerlos y fracturar la unidad de acción por el afán de la pureza o la mezquindad, constituiría un error abominable del que la historia nunca nos absolvería.

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A continuación, una columna de opinión del hoy director de Última Hora, Arnaldo Alegre, publicada el lunes 2 de agosto de 2004, el día siguiente al incendio del Ycuá Bolaños en el que fallecieron 400 personas en el barrio Trinidad de Asunción.