El petardo, por su forma y tamaño, daba la sensación de tener un poder de detonación tremendo, lo cual hacía suponer que al lanzarlo al suelo duro (modo en que podía ser activada), podía desatar un Hiroshima y Nagasaki caseros. Sin embargo, ante el impacto lanzaba inocentes estallidos igual al ajito. Aun inofensivo, el artefacto llegó a causar lesiones por quemaduras. Sobre todo en niños.
La denominación popular tenía su razón. En ese año y los posteriores, Domingo Laíno se había erigido como la figura con mayor peso y arrastre en el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), era la figura de la oposición que debido a su trayectoria podía tumbar al Partido Colorado en unas elecciones. De hecho, ese año fue el principal candidato en las votaciones para enfrentar a Andrés Rodríguez. En las siguientes elecciones generales, del 93 y 98, Laíno volvió a intentarlo sin éxito. Ya para el 2003 y sin tener el peso de la década anterior en su nucleación política, ya había colgado las urnas.
Nunca se supo si la denominación al petardo provenía de un adherente colorado o de una espontánea conversación del tereré. Pero como reguero de pólvora, el nombre se hizo bastante conocido, sobre todo entre los jóvenes y los adultos. No se supo si el nombre hacía alusión a la manera en que el referente liberal enfrentó a la dictadura. O algunas de esas acciones tan contradictorias en el mundo de la política en el que un día dicen una cosa y al día siguiente hacen algo totalmente distinto. Enigmas del mundo y los repasos del final de ciclo de 12 meses.
No sabría precisar si tal elemento festivo explosivo era de fabricación nacional. Le deberé al lector dicho dato. Aunque no sería de extrañar, ya que durante años y no hasta hace mucho las bombas nacionales saturaban el mercado nacional con sus pintorescos nombres y las salas de urgencias con sus tremendas consecuencias cada fin de año.
Por toda su trayectoria, con luces y sombras, Domingo Isabelino Laíno Figueredo es un referente histórico de la política nacional. Y su nombre se inscribió entre aquellas bombas con nombres tan conocidos como rompeportón, mariscal, cebollón, etc.
En los tiempos actuales, existen nombres de la politiquería actual que pueden llevar su petardístico mote. Por citar un hecho, el reciente intendente electo por 14 votos puede ser conocido como Nenecho Estrellita Rodríguez. Tal hecho, considerando su pasado como protagonista de un reality show.
A la lista podría sumarse el que pasó con más pena que otra cosa por la Municipalidad de Asunción y el Ministerio de Educación. El susodicho, que realizó un llamativo cambio entre los movimientos de su partido, podría ser rebautizado como el buscapié Riera. O buscacarpas. Usted decidirá qué quedará mejor. Un sonado caso que involucró a un paleolítico de la politiquería, el fallido fosforito de Calé también podría sumarse al arsenal. El Mbcavicho Llano o el 12x1 Lugo también pueden engrosar el listado.
En un año que se acaba y que la sensación en la calle recuerda a la vivida durante la caída de la banca nacional durante la década del 90, no hay que perder de vista lo que se viene para los siguientes 12 meses. Sobre todo teniendo en cuenta que en agosto Marito estuvo a punto de poner los pies en polvorosa y solo fue salvado por la luminosa llama del pacto con Cartes.
En el 2020 se elegirán nuevas autoridades comunales. Esto quiere decir que veremos y escucharemos la inacabable pirotecnia de promesas de los que buscan un cargo. En medio de todo esto los pronósticos financieros no dan un panorama optimista con respecto a la economía. Seguirá entonces acumulándose el hastío social. Y si las autoridades no dan más que un golpe de timón, seguirá muy de cerca la posibilidad de que la llama de la indignación prenda la mecha del estallido social.