El índice de precios al consumidor registró en diciembre un alza de 5,1%, lejos del 7,5% de julio, pero por encima del incremento de 4,9% de noviembre.
“El primer objetivo que se planteó el ministro de Economía, Sergio Massa, cuando asumió (en julio), fue que la inflación no fuera tres dígitos a final de año —tal como estaban pronosticando algunas consultoras—, y que se planteara reducciones bimestrales importantes. Entendemos que ese objetivo se está cumpliendo”, declaró la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, tras conocerse el dato.
Los rubros que sufrieron mayores alzas de precios fueron vestimenta y calzado, con 120,8%, y restaurantes y hoteles con 108,8%. En tanto, entre los menos elevados en la suba figuran comunicación (67,8%) y vivienda y servicios públicos (80,4%).
No se registraba este nivel de inflación desde 1991, cuando en varios meses hubo aumentos interanuales de más de 100%, luego de dos años de hiperinflación de más de 1.000% en 1989 y 1990.
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La tercera economía de América Latina está inmersa en una inflación crónica, de dos cifras desde hace una década, un fenómeno de múltiples causas tanto internas como externas.
Para intentar contener la inflación, el gobierno de Alberto Fernández (peronismo de centroizquierda) puso en marcha en diciembre un plan de “Precios Justos”, un acuerdo con las empresas de alimentación e higiene destinado a congelar valores de unos 2.000 productos de primera necesidad hasta marzo y autorizar alzas mensuales de hasta 4% para otros 30.000 artículos.
El gobierno, como parte de un plan más amplio de desindexación de la economía, negocia con las empresas la prolongación del programa, cuya primera etapa termina a fin de marzo.
“En la vida diaria, la inflación me afectó como a todos los argentinos. No se puede proyectar ni prever. En todo se nota, habría que buscar cuál producto sería la excepción”, dijo el abogado Héctor Aguirre, quien vive en la ciudad de La Plata, 60 kilómetros al sur de Buenos Aires.
Como millones de argentinos, Aguirre celebró la reciente conquista de la selección albiceleste en el Mundial de Catar, pero eso no minimiza las dificultades. “El campeonato mundial nos anestesió, fue algo que necesitábamos para romper un poco la tristeza de todos los días. Nos ayudó para airear el alma, pero la realidad es ésta”, afirmó.
María Fernanda Stella, una empleada que trabaja en esa misma ciudad, capital de la provincia de Buenos Aires, señaló que siente el alza de precios “más que nada en la comida” y contó que dejó de comprar yogur para su hija. “Lamentablemente tengo que amoldarme a todas las promociones que los bancos nos están ofreciendo para poder ‘pilotearla’ (gestionar). Rebuscándomela”, agregó.
En la calle “la inflación se siente, duele”, dijo el jubilado Guillermo Barreto, en tanto el médico cardiólogo Juan León Montezco aseguró que la inflación “alteró mucho la vida, tuvimos que hacer muchas restricciones respecto de lo que estábamos acostumbrados antes”.
Argentina terminó el año 2022 con un crecimiento estimado en 5%, luego de una expansión de la actividad de 10,3% en 2021 que puso fin a tres años de recesión.
En 2023 se prevé un crecimiento de 2% en el país sudamericano, en el marco de una desaceleración general de la economía mundial. Se trata, de todos modos, de uno de los niveles más altos de América Latina, según las previsiones del Banco Mundial de esta semana.
Pero pese a una reactivación sostenida y un desempleo a la baja (7,1%), los salarios quedaron rezagados respecto de la inflación, con fuertes pérdidas de poder adquisitivo.
Así, muchos argentinos cayeron en la pobreza, que afecta al 36,5% de la población de casi 47 millones de habitantes.
En un año electoral, con comicios presidenciales en octubre, el gobierno se enfrentará al desafío de “pelear contra la inflación y ordenar el gasto sin enfriar la economía ni plantear ajustes dolorosos”, admitió días atrás el ministro de Economía, Sergio Massa.
Argentina mantiene un acuerdo crediticio por 44.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por el cual se comprometió a aumentar sus reservas internacionales y a reducir el déficit fiscal de 3% del Producto Bruto en 2021 a 2,5% en 2022, 1,9% en 2023 y 0,9% en 2024.