12 abr. 2025

Arriba las manos... ¡Esto es un asalto!

Cuando se creó el grupo antimotochorros, los Lince, estos entraron con el pie derecho ante la sociedad, ganándose el corazón de gran parte de la gente, sobre todo de ese puñado que extraña aún la mano dura de antaño.

Fueron presentados con bombos y platillos casi como superhéroes, encapuchados, creados en laboratorio para barrer con los escurridizos motochorros y librar a los ciudadanos del miedo ante la inseguridad.

El Grupo de Operaciones Tácticas Motorizadas de la Policía Nacional comenzó a operar en el año 2017 como vengadores anónimos: rostro cubierto con pasamontañas, no usaban portanombres para ser identificados y no mostraban el número de matrícula de sus motocicletas.

Si la delincuencia se mueve en moto, las autoridades vieron que la mejor forma de combatirla es con su mismo recurso, de igual a igual. Una pareja de policías versus el par de motochorros. Una guerra motorizada que se libra en los suburbios.

En esa contienda entre buenos y malos no tardaron, sin embargo, en mezclarse los tantos y hoy en día hay que ser muy buen observador para diferenciar unos de otros. Sin generalizar y salvando a los buenos agentes –que sí los habrá–, los que nos tenían que salvar de los malos, los que están de nuestro lado, de pronto se convierten en enemigos. Así, esos desconocidos a quienes les entregamos un arma para cuidarnos, la terminan usando para golpearnos, amenazarnos y robarnos, instalando ellos mismos el miedo.

Miedo que seguramente siente Juan Carlos cada vez que ve pasar a su lado a una pareja en un biciclo, como les pasa a todas las personas que tuvieron la desdicha de ser víctimas de robo. Este denunció que fue víctima de robo y extorsión, por parte de policías del Grupo Lince.

En la noche del domingo 10 de febrero estaba manejando su automóvil por el barrio Trinidad cuando lo interceptaron dos hombres en moto. Por un momento, pensó que eran motochorros, pero luego respiró aliviado al ver que eran uniformados. Pero estos le pidieron que se bajara del auto, lo revisaron y lo tuvieron retenido por más de dos horas. Se llevaron su automóvil y le dejaron tirado en la calle, extorsionándolo con que entregue 15 millones de guaraníes; de lo contrario, lo involucrarían en un caso de drogas.

Los que realizaron el asalto (o intervención policial) fueron detenidos y llevados hasta la Comisaría 12ª Metropolitana, en el mismo calabozo por donde pasaron incontables delincuentes que roban a bordo de una motocicleta.