La corriente natural del agua del arroyo Tupãsy, paso de Quyquyhó, volvió a la vida proveyendo beneficios a una comunidad, luego de cinco años de incansable trabajo impulsado por el ambientalista Antonio Bobadilla Fernández, quien celebra el logro de la exitosa restauración del caudal desértico.
‘‘Creo que es el primer proyecto de restauración exitoso que se hizo en Paraguay y salió una maravilla”, comentó Bobadilla, “un arroyo que por más de cinco años no tenía agua en su cauce y después de la restauración su cauce se ha recuperado en su totalidad”.
El proyecto de restauración ambiental abarcó una distancia de 1,9 km, en un área de 17,9 km ha y con un perímetro de 4,3 km. Comenta que para poner manos a la obra lo inspiró un profundo sentido de pertenencia y en el deterioro paisajístico y ambiental que había afectado al arroyo. ‘‘Las instituciones públicas y las autoridades no hacían nada al respecto, eso fue lo que me impulsó’’, expresa Bobadilla, recordando con nostalgia cómo sus abuelas acudían al arroyo para lavar la ropa, mientras él jugaba en su cauce, creando una estrecha relación con este lugar.
La demanda de los pobladores de Quyquyhó también fue un factor crucial. ‘‘El pedido de una ciudad entera que anhelaba volver a verlo como en sus mejores tiempos, me motivó profundamente’’, además escuchar el comentario de un octogenario, quien expresó su deseo de ver el arroyo restaurado antes de morir, fue especialmente inspirador, destaca.
El proyecto enfrentó múltiples desafíos; el mayor de ellos fue la falta de precedentes en la restauración de cauces hídricos en Paraguay. ‘‘Fue una de las experiencias más complejas y gratificantes a la vez para mí como profesional’’.
La recuperación del trazado original del cauce, la demolición de un muro de contención y la extracción de sedimentos fueron algunas de las etapas críticas del proyecto. El plan de restauración tuvo como previa un estudio preliminar profundo, basado en un monitoreo y diagnóstico ambiental que permitió identificar los problemas existentes y planificar objetivos y metas para mitigar, reducir y revertir el daño, buscando devolver el arroyo a su condición natural.
Los resultados están a la vista, la ‘‘recuperación total del cauce hídrico con buen caudal y con ello se recuperó la vida ictícola y volvió a restablecerse la biodiversidad’’.
BENEFICIOS AMBIENTALES.
Las aguas del arroyo volvieron a alimentar los humedales, recargando acuíferos y llegando hasta el río, destaca el impulsor de la iniciativa.
‘‘Volvió a ser el mismo arroyo de antes, donde hoy en día tanto turistas como pobladores disfrutan con tanta felicidad de sus aguas en familia y con los amigos’’, comenta Bobadilla, al tiempo de señalar que este proyecto demostró que una adecuada planificación, basada en monitoreo y diagnóstico ambiental, es fundamental para lograr los objetivos de restauración hídrica.
‘‘La naturaleza me dio una gran lección: por más contaminada, degradada o polucionad que esté, si le acompañamos en su proceso de recuperación, nos sorprenderá gratamente volviendo a la normalidad’’.
Esta experiencia –afirma Antonio Bobadilla– fue gracias a la pasión por la naturaleza que le fue inculcada desde su niñez por su bisabuela y abuela, madurando después con la influencia de su profesora de Ciencias y profesor de la universidad. ‘‘Esa es la razón por la que finalmente me incliné de lleno a lo ambiental, por el amor y respeto que tengo por la naturaleza, con el firme propósito de ser un agente protector y restaurador de las causas ambientales, buscando siempre la armonía entre el hombre y la naturaleza’’.
Después. Cinco años de trabajo después, el cauce volvió a atraer visitas de la comunidad.
