17 ene. 2025

Asad muestra serenidad ante el mayor desafío de su Gobierno

AFP

Figura.  Bashar al Asad, de 47 años, oftalmólogo,  heredó de su padre, Hafez, el cargo.

Figura. Bashar al Asad, de 47 años, oftalmólogo, heredó de su padre, Hafez, el cargo.

DAMASCO - SIRIA

“En el palacio presidencial, todo está tranquilo y el trabajo se desarrolla normalmente. No hay ninguna muestra de nerviosismo. Lo mismo ocurre con el Estado Mayor. Luchará hasta el final”, afirmó un empresario sirio en contacto con los círculos dirigentes del país.

“El presidente continúa normalmente con sus actividades y recibe a sus consejeros. No veréis en él la menor señal de cansancio, de fatiga o de estrés. Quiere mostrar que controla la situación”, añadió.

Bashar al Asad, de 47 años, oftalmólogo de formación, que heredó de su padre, Hafez, el cargo de jefe de Estado tras la muerte de su hermano mayor, Basel, ha afirmado en varias ocasiones que no se rendirá y que seguirá en el puesto al menos hasta finales de su mandato, en 2014.

Según un diplomático europeo que se mueve entre Beirut y Damasco, “el presidente asegura a sus interlocutores que es inocente de las acusaciones presentadas en su contra”, en referencia al ataque con armas químicas del 21 de agosto cerca de Damasco, del que se acusa a las tropas del régimen. Para él, “las amenazas de ataques occidentales son la prueba de que se trata de un complot internacional tramado por Israel”.

El diplomático añade que Asad “va a apelar a la fibra nacionalista y gregaria insistiendo en la agresión de Occidente en contra del mundo árabe y presentándose como una víctima”.

Ante lo que empezó como una revuelta pacífica en marzo de 2011 siguiendo el modelo de la primavera árabe, el que tenía fama de “modernista” optó sin que le temblara el pulso por una represión sangrienta, antes de anunciar unas reformas que no convencieron a nadie.

A medida que la revuelta se ha ido militarizando, dejando más de 100.000 muertos, el carácter de este antiguo tímido se ha afirmado.

“Se acabó el hombre de izquierdas, incómodo, que reía tímidamente, como fue el caso durante su intervención en el Parlamento en marzo de 2011. Hoy está mucho más seguro de él y tiene más presencia”, explica el empresario.

“Es mucho más ‘jefe’ que antes, aunque no puede actuar sin el apoyo del aparato militar y de seguridad”, estimó recientemente Nikolaos van Dam, diplomático holandés autor de Combate para el poder en Sira: confesionalidad, regionalismo y tribalismo en política, 1961-1994.

“Escucha a sus pocos consejeros pero toma las decisiones solo”, insiste un analista en Beirut que pidió el anonimato. Entre sus hombres de confianza se encuentran su hermano mayor, el coronel Maher al Asad, jefe de la 4ª división del primer cuerpo del Ejército encargado de Damasco; su esposa Asma, su tío y su primo, Mohamad Majluf y Rami Majluf, empresarios con reputación turbia, y Hafez Majluf, jefe de seguridad en Damasco. Todos pertenecen a la comunidad alauita del presidente, salvo Asma, de confesión sunita.

Su círculo cercano incluye también a dos drusos: Mansur Azam, ministro de Asuntos Presidenciales, y Luna al Shibl, ex periodista. También están el general Husam Sukar (alauita), consejero presidencial para la seguridad, y dos veteranos sunitas de los servicios secretos, el general Alí Mamluk, director de la Seguridad Nacional, y el general Rustom Ghazalé, jefe de la seguridad política.