El portal constató que la aplicación envía al servidor de Telegram todo lo que los usuarios escriben: en tiempo real e incluso ya antes de que estos manden los mensajes.
Los expertos señalan que el servidor también tiene acceso a una copia completa de todos los chats, siendo que, en realidad, las conversaciones deberían quedar almacenadas exclusivamente en el dispositivo móvil del usuario.
El problema: no se sabe lo que el proveedor hace con los datos además de enviarlos al móvil de su dueño. En este sentido, WhatsApp ofrece más seguridad.
Si bien es cierto que hay una función de Telegram llamada “chats secretos”, que garantiza que estos no sean leídos por terceros, esta característica está tan bien escondida que los usuarios de Telegram no se perciben de ella.
Además, estos chats secretos están sujetos a restricciones, no funcionan para grupos y solo son accesibles desde un dispositivo a la vez.
También en este aspecto hay otros servicios que están mejor posicionados. Signal, por ejemplo, o WhatsApp, que utiliza la tecnología de encriptación de Signal.
Ninguno de los dos tiene bases de datos de chat centrales. Los mensajes son cifrados de manera que solo el destinatario real puede abrirlos y leerlos (cifrado de extremo a extremo), y los chats solo se almacenan en el dispositivo móvil del propietario.
Según los especialistas alemanes, WhatsApp, perteneciente a Facebook, es por otra parte un software de código cerrado, y por lo tanto nadie sabe qué se oculta exactamente detrás del sistema.
Añaden que WhatsApp se está integrando cada vez más en el conglomerado Facebook, un grupo que “gana miles de millones con el uso excesivo de los datos de sus usuarios”.
Como alternativa de mensajería segura con una buena encriptación, los expertos recomiendan Signal, que es un software de código abierto sin excepción en el que se puede comprobar en cualquier momento lo que está sucediendo entre bastidores.
Además, explican los especialistas, la infraestructura de Signal es operada por una fundación sin fines de lucro que se dedica a la protección de datos y se financia enteramente con donaciones, por lo que no existe ningún interés financiero en los datos de los usuarios.
Detrás de Telegram, por el contrario, hay un conglomerado de empresas poco transparente, sobre cuyos motivos no se sabe casi nada, concluye ”Heise Security”.