Lucien Darguelles es el nombre verdadero de un hombre que marcaría un antes y un después en la historia del narcotráfico en Paraguay. Antiguo miembro de la Gestapo (policía secreta de la Alemania nazi) durante la ocupación de los hombres de Adolf Hitler en Francia, pero a la par llevaba una larga vida delictiva.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, Darguelles, oriundo de Marsella, Francia, huyó hacia Sudamérica, recalando en varios países hasta instalarse en Buenos Aires, Argentina. Lo hizo con otra identidad para ocultar su pasado, se hacía llamar Auguste Ricord. A finales de los años 60, tuvo contacto con paraguayos residentes en ese país y se enteró que aquí se utilizaba una ruta para contrabando de café, whisky y otros productos, de los Estados Unidos, que tenía como referentes a militares poderosos.
Ricord hizo su arribo a Paraguay cuando supo que esa misma ruta se podría utilizar para enviar al poderoso país del norte heroína que venía desde Europa. Paraguay, por esos tiempos, estuvo en la mira mundial, ya que la fama del mafioso europeo, que trabajaba ante la mirada cómplice del gobierno de Alfredo Stroessner, inspiró a los cineastas que crearon la película Contacto con Francia, dando a conocer a Paraguay como un país narco.
El francés fue un paraguayo más durante la dictadura. Hizo construir un hotel en Itá Enramada, llamado París-Niza, donde montó una oficina central que controlaba el tráfico de drogas.
En el país de la paz y el progreso, el negocio andaba de las mil maravillas, pero no tardarían en llegar los problemas.
En 1970 un avión monomotor fue detenido en el aeropuerto de Miami. Llevaba cincuenta kilos de heroína. Las autoridades norteamericanas pidieron la extradición de Ricord, mientras en Paraguay seguía gozando con protección.
El diario Washington Post, en el año 1972, publicó un artículo donde denunciaba que el gobierno de Stroessner era cómplice del esquema manejado por el francés y citaba nombres propios como el general Andrés Rodríguez, el general Patricio Colmán, Sabino Augusto Montanaro, Francisco Alcibiades Brítez Borges, Pastor Coronel y otros hombres fuertes del gobierno.
El artículo escrito por el periodista Jack Anderson también fue publicado, traducido al español, por la revista Selecciones de Readers Digest, cuya edición fue censurada en nuestro país. A pesar del escándalo, se siguió protegiendo al francés hasta que vino una orden directa del entonces presidente norteamericano Richard Nixon, que envió a un alto funcionario del gobierno para ejercer presión sobre el presidente y Ricord fue extraditado.
LOS 80
Por entonces, ya había crecido la cantidad de capos que utilizaban la ruta del contrabando para el narcotráfico y comenzaba a sonar fuerte el nombre de Fahd Jamil Georges, vinculado al comercio ilegal de café entre Brasil y Paraguay, más tarde conocido como el rey de la frontera.
Además de Jamil, eran llamados capos narcos Joaquinzinho Da Mota; Adilson Rosatti y João Morel, según había explicado a ÚH el ex juez Adalberto Fox, uno de los pocos que se atrevió a procesarlos. Todos ellos mantenían estrechas relaciones con las autoridades, incluso, Jamil era compadre del general Andrés Rodríguez, que era “padrino” de uno de sus hijos.
Por esos años, el tráfico de marihuana y de cocaína se hacía constante entre los 1.290 kilómetros que componen la frontera entre Brasil y Paraguay.
El Observatorio Olhos no Ruralistas, del país vecino, señala que muchos de estos nombres mencionados se ampararon en el agronegocio para el tráfico de sustancias ilegales, ya que se hicieron propietarios de grandes extensiones de tierra en departamentos de Amambay y Concepción, donde construyen pistas clandestinas y utilizan la agroganadería como fachada.
Entre 1970 y 1985, más de 400 mil brasileños se establecieron en Paraguay, luego de que el dictador derogara la ley que impedía la venta de tierras a extranjeros en la zona de la frontera, según destaca el mismo observatorio.
El periodista Santiago Leguizamón denunciaba, a través de la radio y otros medios de comunicación, la expansión del negocio del narcotráfico y presagiaba una guerra de sus referentes para obtener el control, sobre todo en la frontera.
Un 26 de abril de 1991, en que se recuerda el Día del Periodista en Paraguay, fue asesinado de varios disparos, por sicarios. Hasta hoy su muerte permanece impune, como una de las pruebas de la complicidad de las autoridades para el crecimiento de este mal que causa estragos en el país.