24 abr. 2025

Aspirar a algo grande

Hoy meditamos el Evangelio según San Lucas 9,46-50.

“El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado”. La grandeza de los hijos de Dios comienza por hacerse pequeños para ser levantados por los brazos de Dios Padre.

En el Evangelio de la Misa de hoy, Jesús nos propone un camino privilegiado para poder tratarlo: Es el camino de la sencillez. Mientras sus discípulos se enredan con pensamientos sobre quién sería el mayor entre ellos, el Señor realiza el pequeño pero significativo gesto de abrazar a un niño. Los discípulos aprenderían, así, que quien es sencillo como un niño puede ser levantado por los brazos de Dios y alcanzar la grandeza de sus hijos.

Jesús no quiere apagar el deseo de plenitud de sus discípulos, de aspirar a algo grande. Sin embargo, les hace ver que si se dejan atrapar por las comparaciones perderán inútilmente sus energías, porque para ser grandes no necesitamos que los demás sean más pequeños que nosotros.

Tampoco nos ayuda dejarnos llevar por el afán de controlar la actividad de los demás o perder la paz si realizan una buena labor fuera de la nuestra, ya que “el que no está contra vosotros, con vosotros está” (v. 50). La nueva lógica que propone el Señor nos ayuda a sanear las relaciones en el seno de nuestras familias, del trabajo y, especialmente, de la vida de la Iglesia. Por eso, san Josemaría animaba: “Alégrate, si ves que otros trabajan en buenos apostolados”.

Todos somos pequeños delante de Dios y los dones que Él distribuye entre sus hijos son una riqueza para todos nosotros. Recordar esto nos ayudará a superar las rivalidades sin sentido, y a ver en la persona de al lado más que a un competidor, a un hermano, a alguien con el que podemos crecer juntos para alcanzar la gloria del Cielo.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/gospel/2024-09-30/)

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