Según un comunicado difundido por el Observatorio Austral Europeo (ESO) desde su sede alemana en Garching, los científicos crearon con más de un millón de imágenes un vasto atlas infrarrojo de cinco viveros estelares cercanos que revelan la presencia de estrellas jóvenes en formación integradas en gruesas nubes de polvo.
“En estas imágenes podemos detectar incluso las fuentes de luz más débiles, como estrellas mucho menos masivas que el Sol, revelando objetos que nadie ha visto antes”, afirma Stefan Meingast, astrónomo de la Universidad de Viena y autor principal del nuevo estudio publicado este jueves en “Astronomy & Astrophysics”.
Esto permitirá a los científicos comprender los procesos que transforman el gas y el polvo en estrellas, agregó.
El equipo sondeó cinco regiones cercanas de formación estelar, a menos de 1.500 años luz de distancia, en las constelaciones de Orión, Ofiuco, Camaleón, Corona Australis y Lupus, y con la cámara inforarroja VIRCAM de VISTA captó la luz procedente de las profundidades de las nubes de polvo.
“El polvo oscurece estas estrellas jóvenes de nuestra vista, haciéndolas prácticamente invisibles a nuestros ojos. Solo en longitudes de onda infrarrojas podemos penetrar en las profundidades de estas nubes y estudiar las estrellas en formación”, explica Alena Rottensteiner, estudiante de doctorado de la Universidad de Viena y coautora del estudio.
Imágenes recopiladas durante 5 años
Los mosaicos creados con las imágenes recopiladas durante cinco años ofrecen detalladas panorámicas que muestran manchas oscuras de polvo, nubes brillantes, estrellas recién nacidas y las estrellas de fondo distantes de la Vía Láctea.
Con el sondeo, llamado VISIONS, “monitoreamos estas estrellas bebé durante varios años, lo que nos permite medir su movimiento y aprender cómo salen de sus nubes madres”, explica João Alves, astrónomo de la Universidad de Viena e investigador principal de VISIONS.
Esto no resulta sencillo, ya que el cambio aparente de estas estrellas visto desde la Tierra es tan pequeño como el ancho de un cabello humano visto desde 10 kilómetros de distancia, precisa el comunicado.
Estas mediciones de los movimientos estelares complementan las obtenidas por la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea en longitudes de onda visibles, donde las estrellas jóvenes están ocultas por gruesos velos de polvo.