Pero lo que realmente quedó grabado en la memoria de los paraguayos que participaron de las celebraciones fue el disfrute de la ciudad, de tener la posibilidad de caminar por las calles asuncenas sin tener que preocuparse de la seguridad; y con el extra agregado de que en cada esquina había alguna actividad cultural de interés.
Hace nueve años todavía la Costanera de Asunción no estaba terminada, ello no fue un obstáculo, sin embargo, para que miles de personas pudieran disfrutar de aquellas frescas noches de mayo a orillas de la Bahía.
Los paraguayos llenaron las calles del centro y Asunción fue una fiesta. Hubo largas filas para conocer la Casa de la Independencia, conciertos en la Plaza de Armas, espectáculos en el Teatro Municipal, ferias de comida en la calle Palma, y multitudes apropiándose de una ciudad.
Desde entonces, no se ha vuelto a tener aquel nivel de entusiasmo, ya que ni la Albirroja ha vuelto a participar de un Mundial de Fútbol, desde Sudáfrica en 2010.

No es una reivindicación del “pan y circo”. Es un reclamo plenamente justificado para una ciudad que ofrece actualmente una imagen absolutamente degradada y triste. Asunción dejó de tener hace mucho tiempo naranjos en flor en sus veredas, y hoy solo tiene veredas rotas, baches, basura acumulada en sus calles y un tétrico abandono.
Los intentos de volver a atraer a la ciudadanía hacia el centro de la ciudad no prosperaron, y uno de los argumentos en contra es, sin lugar a dudas, la seguridad. Además del reclamo de que no hay dónde estacionar sin ser acosado por los cuidacoches.
Bienestar no es solamente tener acceso a un empleo digno, vivienda, salud y educación. La recreación y el tiempo de calidad que se puede compartir con la familia y los amigos en entornos públicos abiertos y seguros también son derechos de las personas.
La capital del país precisa ofrecer esos espacios públicos, donde los habitantes puedan comenzar a crear ciudadanía, donde puedan apropiarse de su ciudad, sus calles, sus museos, sus lugares turísticos, su historia y su futuro.
Es inadmisible que para el Estado un ciudadano sea solamente una máquina que paga impuestos para sostener una pesada maquinaria burocrática. El Gobierno Central y los gobiernos municipales tienen la obligación de ofrecer bienestar y buenos servicios públicos, pero también deben ofrecer a sus ciudadanos la posibilidad de disfrutar de parques, costaneras y espectáculos al aire libre gratuitos.
Forestar la Costanera de Asunción con especies de árboles nativos, rescatar el tranvía y el ferrocarril, además de potenciar el uso del río Paraguay para paseos, son ideas que las autoridades deberían tener en cuenta.
Los paraguayos se merecen mucho más, y Asunción tiene una deuda muy grande, pero también tiene el desafío de volver a ser una ciudad con dimensiones humanas.