26 abr. 2025

Asunción entre rejas

Brigitte Colmán – @lakolman

El 2 de diciembre de 2019 la Secretaría Nacional de Cultura denunció el robo de una pieza escultórica, denominada El Ganso, ubicada en la Plaza Constitución, en Asunción, en frente a la Comandancia de la Policía.

La pieza había sido adquirida por la Junta Municipal en el año 1910, y era una de las más antiguas de la ciudad; salió del Taller Fonderies Du Val D’Osne de París, considerado uno de los más importantes.

Las autoridades pegaron el grito al cielo, hicieron un llamado a la ciudadanía y a las empresas que funden metales para que les ayudaran a encontrar la escultura robada; pero no pasó nada.

El lugar donde estaba alojado El Ganso alberga además el monumento a la Constitución de 1870, un obelisco demasiado grande como para robárselo, por suerte, y está dedicado a la Constitución Nacional de 1870, cuya acta de jura se encuentra enterrada debajo del monolito. Por esto también es importante esa plaza, por el memorial a la Constitución, que al fin es un contrato al que adhieren todos los ciudadanos, a través de sus representantes.

Desaparecido El Ganso de una plaza importantísima, ubicada frente a un lugar lleno de policías, a ningún político se le ocurrió proponer medidas extremas, como enrejar la plaza para evitar los hurtos.

Pero hete aquí que en Asunción tenemos una escoba nueva con ansias de barrer mejor, y al nuevo intendente no se le ocurrió mejor idea que proponer el enrejado de las plazas del Cabildo. ¿Para qué? Pues para “poner fin al deterioro progresivo que deriva de la ocupación periódica de sus instalaciones por parte de damnificados o familias indígenas”. Así mismo lo publicó este diario señora.

El intendente Nenecho Rodríguez anunció que proyectan construir el enrejado perimetral de las emblemáticas plazas de Armas, Independencia y Juan de Salazar, ubicadas en la zona del Cabildo, en pleno Casco Histórico de Asunción. El lord mayor asunceno mencionó otras plazas también enrejadas que antaño eran “ocupadas por contingentes humanos que generaban todo tipo de daños”, y las cuales pudieron ser salvadas gracias al encarcelamiento de la plaza.

“Debemos analizar la parte legal porque lo que se pretende es proteger estas plazas de invasiones, ocupaciones y otras actividades que siempre terminan dañando estos hermosos espacios públicos”, dijo el director de Aseo Urbano.

No estoy de acuerdo con estos dos funcionarios. Cierto es que estos espacios públicos sufren deterioro cuando se convierten en campamentos de refugiados, cuando los que no tienen nada se ven obligados a vivir en las plazas.

Pero, ¿y las demás plazas de Asunción? Esas también tienen todos sus muebles urbanos destruidos por vándalos, y nadie dice nada de enrejar las plazas.

Es fácil ponerle rejas y prohibir la entrada a los damnificados, porque son políticos miopes que no ven los graves problemas sociales del país, los cuales no se resuelven enrejando una plaza o escondiendo a los pobres. Y no se dan cuenta de que, mientras los indígenas que no tienen nada viven a la intemperie en una plaza frente al Congreso, en aquel recinto con tan poca vergüenza, hay demasiados funcionarios, diputados y senadores, cobrando sus millones sin hacer nada.

Si Nenecho quiere marcar la diferencia, que salga a controlar a los estúpidos que manejan sus autos usando sus teléfonos celulares; o que intente –por lo menos– hacer algo en contra de la contaminación de la emblemática Bahía de Asunción; o de una nos devuelva el tranvía, al cual todos extrañamos.

Pero que deje en paz los espacios públicos que pertenecen a la ciudadanía; a esa ciudadanía que a veces se acuerda de protestar en contra de sus gobiernos que no gobiernan para la mayoría sino en contra de ella. La plaza es de todos, incluso de los que no tienen nada más que su miseria.