Esa desidia y olvido se apoderó de esta “isla rodeada de tierra”, como diría Augusto Roa Bastos, de este “encierro mediterráneo” refiriéndose al país, según escribe en “La escritura, metáfora del exilio”.
Esta “isla rodeada de tierra”, especialmente en su capital pareciera que cayó en manos de personas inescrupulosas que lo único que buscan es apoderarse de “bonos” y de no invertir un guaraní en una ciudad, que merece ser resaltada en su belleza, en su centro histórico, que merece ser admirada por visitantes y paraguayos.
Asunción, es bella bajo ese manto de abandono, solo es necesario desempolvar las inversiones y revivirla para que realmente haga honor a la frase “Madre de Ciudades”.
No solo darle un rostro renovado, sino que incentivar la apertura de más centros culturales, más centros culinarios, todos esos que fatalmente también murieron en pandemia.
Y por supuesto también, de implementar políticas públicas para dar respuestas a los problemas de adicción, a la inseguridad, a los robos, esos otros pendientes de los cuáles también hacen la vista indiferente las autoridades. Porque Asunción no solo sufre de problemas estructurales, sino que también, de problemas sociales.
El Centro Histórico de Asunción es un centro pequeño, pero que guarda joyas edilicias que son la principal atracción citadina, pero en comparación a otras zonas de esta urbe, ésta es la más descuidada irónicamente, creo.
Es en este “encierro mediterráneo”, donde todo se cae a pedazos, todo está apagado, todo está en el olvido, todo está a punto de morir.
Ni el evento de la Asamblea de la Organización de los Estados Americanos (OEA) fue un incentivo para que las autoridades se dignen en invertir para mostrar un rostro afable de la ciudad de Asunción. Si ni un evento internacional sirve de incentivo, es que pareciera que a nadie le preocupa tratar de revivir al centro de Asunción.
Porque, al contrario de las autoridades, los ciudadanos sí están con ansias que reviva Asunción. Y eso se refleja con cada actividad cultural que se organiza los fines de semana. En el último evento del San Juan, no cabía ni un alfiler en calle Palma y frente al Cabildo.
La gente tomó las calles de la ciudad. Familias, niños, adolescentes, todos buscan con ansias en Asunción espacios de esparcimientos, para entretenerse, para divertirse, para reencontrarse con la ciudad.
Entonces, es evidente que solo faltan más acciones de políticas públicas que empujen a renovar Asunción y ofrecer espacios de entretenimiento y culturales, no solo a visitantes sino a los propios paraguayos, que tienen sed de poder ocupar los espacios públicos.
Es necesario “que este encierro mediterráneo” realmente se convierta en un punto de encuentro no solo turístico, sino que para todos los paraguayos sientan que Asunción sigue siendo esa ciudad de jazmines de antaño.