Sri Lanka sufrió una ola de devastadores atentados que tuvieron como objetivo a tres iglesias, mientras los fieles celebraban el Domingo de Resurrección, y cuatro hoteles de lujo.
Las bombas del Domingo de Pascua acabaron con la vida de 207 personas e hirieron a más de 450, afirmo el portavoz de la Policía local, Ruwan Gunasekara, en una rueda de prensa en Colombo, luego de una pausa en los principales ataques desde el fin de la guerra civil hace 10 años.
Las explosiones, algunas de las cuales los funcionarios dijeron que fueron ataques suicidas con bombas, llevaron a una represión inmediata, y el gobierno declaró un toque de queda y bloqueó el acceso a la mayoría de las redes sociales y sitios de mensajería. No está claro cuándo se levantaría el toque de queda.
Más de 50 personas murieron en la Iglesia Católica de estilo gótico de San Sebastián en Katuwapitiya, al norte de Colombo, dijo a Reuters un oficial de la policía, con fotos que mostraban cuerpos en el suelo, sangre en los bancos y un techo destruido.
La religión y el turismo fueron los objetivos de los ataques perpetrados sin que, por el momento, ningún grupo haya reivindicado su autoría.
En un país poco habituado a la violencia contra los cristianos, aunque sí a los enfrentamientos entre budistas y musulmanes, los ataques coinciden además con la celebración del Domingo de Resurrección, una de las mayores festividades de la Semana Santa.
Tampoco son usuales los atentados contra complejos turísticos de alto nivel, en un país que se convirtió en uno de los principales focos de atracción turística en el sudeste asiático por su exuberante naturaleza y su rico patrimonio histórico.
Estas son algunas de las claves que definen a esta nación insular, conocida históricamente como Ceilán y que se independizó del Reino Unido en 1948.