Tanto en noviembre de 2023 como en abril pasado se registró el desborde del arroyo Ñeembucú, el cual dejó bajo agua a numerosas compañías rurales de Pilar.
Desde la empresa, atribuyen esta riada a las “lluvias atípicas”, así como al represamiento de agua generado por obras construidas sin el rigor técnico. “Caminos vecinales y alcantarillas impiden que las aguas corran con normalidad”, indicó el Ing. Diego Gómez, portavoz de CTC.
“Fue totalmente atípico, en la zona de impacto de la obra cayeron más de 1.000 milímetros”, adujo.
Sostuvo que tanto por el canal de derivación, como por la compuerta instalada en el dique de Yataity, de la defensa costera, el desplazamiento del agua fue normal. Apuntó que en la compañía Valle Apu’a y en Guazú Cuá, las aguas acumuladas están represadas por varios terraplenes. JJB