“La visión de nubes oscuras de arena y polvo que envuelven todo a su paso y convierten el día en noche es uno de los espectáculos más intimidantes de la naturaleza”, dijo Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la CLD.
“Es un fenómeno costoso que causa estragos en todas partes, desde Asia septentrional y central hasta África subsahariana”, agregó.
Según Thiaw, las tormentas de arena y polvo presentan un desafío para lograr el desarrollo sostenible.
“Sin embargo, así como las tormentas de arena y polvo se ven exacerbadas por las actividades humanas, también pueden reducirse mediante acciones humanas”, explicó.
Y es que, según los expertos de la ONU, al menos el 25% del fenómeno natural se atribuye a actividades humanas.
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A la vez, las fluctuaciones en su intensidad, magnitud o duración “pueden hacer que las tormentas de polvo y arena sean impredecibles y peligrosas”.
De acuerdo con las Naciones Unidas, con impactos mucho más allá de las regiones de origen, se estima que cada año ingresan a la atmósfera 2.000 millones de toneladas de arena y polvo, una cantidad equivalente en peso a 350 Grandes Pirámides de Giza.
Además, en algunas zonas, el polvo del desierto se duplicó en el último siglo.
“Las tormentas de arena y polvo se han vuelto cada vez más frecuentes y severas, teniendo impactos transfronterizos sustanciales, afectando diversos aspectos del medio ambiente, el clima, la salud, la agricultura, los medios de vida y el bienestar socioeconómico de las personas”, indicó Feras Ziadat, oficial técnico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Ziat, presidente de la Coalición de las Naciones Unidas para la Lucha contra las Tormentas de Arena y Polvo, advirtió de que las tormentas “dañan los cultivos, afectan al ganado y destruyen la capa superior del suelo” en las zonas de su origen.
Mientras, “en las zonas de depósito, el polvo atmosférico, especialmente en combinación con la contaminación industrial local, puede causar o empeorar problemas de salud humana como enfermedades respiratorias”.
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“Las comunicaciones, la generación de energía, el transporte y las cadenas de suministro también pueden verse afectados por la baja visibilidad y las fallas mecánicas inducidas por el polvo”, agregó.
La CLD es una de las tres convenciones nacidas en la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río de Janeiro.
La reunión de la CLD, que comenzó este lunes y se prolongará hasta el próximo viernes, incluye hoy una jornada organizada por el Gobierno de Uzbekistán sobre formas de abordar los impactos de las tormentas de arena y polvo en la agricultura, la industria y el transporte a nivel mundial.
Además, se planea discutir la situación con la calidad del agua y del aire, así como la salud humana.
Fuente: EFE