El diplomático paraguayo Juan Miguel González Bibolini habla en esta entrevista sobre los principales desafíos de la democracia: la transparencia y el mejoramiento de la Justicia. Confía en que en los países del bloque vamos hacia adelante con sociedades más libres, integradas e inclusivas.
-¿Cuáles son los avances y retrocesos de Paraguay en derechos humanos?
-El país hoy está abierto al monitoreo de los organismos internacionales y es suscriptor de todos los instrumentos que rigen el derecho internacional de los derechos humanos. También es uno de los Estados que más contribuyen con la implementación de los sistemas de seguimiento y monitoreo; que impulsó los Acuerdos de Solución Amistosa en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de OEA; que dispone de un Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, modelo en la región, y que ha promovido espacios de memoria y reconocimiento a las víctimas de las violaciones del terrorismo de Estado durante la dictadura, entre otras políticas implementadas. No obstante, aún falta mucho por hacer; como sociedad tendremos que lograr los consensos necesarios sobre la inclusión de las mujeres, la protección de los niñas y niños, personas mayores y pueblos indígenas y personas migrantes, así como el cumplimiento de estándares de promoción de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Pero si comparamos con la situación de hace 30 años, la sociedad paraguaya ha avanzado significativamente en la libertad de expresión, la tolerancia y la inclusión.
-¿Qué falta para consolidar los derechos humanos?
-El Mercosur avanzó en el desarrollo humano en las últimas décadas. Sin embargo, las crisis económicas y sociales afectan esta evolución y golpean a los sectores más desprotegidos. Las sociedades han avanzado culturalmente y se han concienciado. Con respecto a nuestro país, hay mayor tolerancia e inclusión, pero está claro que esto se ha logrado por la vigencia de la democracia. La democracia es la condición sine qua non, aunque también hace falta desarrollo económico y social para el ejercicio pleno de los derechos. Me preocupa que no asociemos democracia con derechos y desarrollo. En muchos de los debates y las opiniones se observa una disociación entre estos elementos. Sin democracia no hay derechos y desarrollo en las sociedades que progresan en el mundo moderno. El autoritarismo, en sus distintas versiones, siempre ha traído atraso, violencia y exclusión a lo largo de la historia.
-¿Cuáles son los desafíos de la democracia?
-Nuestras democracias son el reflejo de lo que es nuestro sistema político. Creo que en el caso de los países del Mercosur, la buena gobernanza se asienta en la transparencia y el mejoramiento de los sistemas de justicia. Cuando la gente ve que hay corrupción e impunidad, pierde la confianza y el sistema de la democracia representativa se deteriora, la ciudadanía se siente defraudada y huérfana. La democracia necesita representantes políticos honestos y eficaces y eso se logra con instituciones sólidas. Tenemos que pensar que nuestra joven democracia de 30 años todavía no alcanzó los 35 años que tuvimos de dictadura. Y desde luego, construir en democracia es mucho más complejo, ya que requiere de consensos, independencia de poderes y respeto a la Constitución. Pero no me cabe duda que estamos en la dirección correcta y debemos seguir construyendo democracia en nuestro país y en el Mercosur.
-¿Qué derechos necesitan más atención?
-Todos los derechos son importantes, pero me gustaría poner el acento en los derechos de las mujeres y de los migrantes. El año pasado ha sido un año muy importante para las mujeres, que con acciones como el movimiento “Me Too”, la paridad en la política, la igualdad de ingresos y la lucha contra la violencia de género, están cambiando de manera profunda y definitiva nuestras sociedades. No cabe duda que este será el siglo de las mujeres. El otro aspecto que requiere atención es el fenómeno creciente de la movilidad humana y en este contexto los derechos de los migrantes, en particular de los niños y las familias. Nuestra región, que en las últimas décadas ha sido emisora de migrantes, ha visto incrementada la movilidad intrarregional. El fenómeno de la migración venezolana y la reacción de los países del Mercosur y de Sudamérica en general ha sido ejemplificadora por la respuesta solidaria. No debemos ser presa fácil de la xenofobia y la exclusión. Provoca estupor la reacción de países tradicionalmente respetuosos de los derechos humanos frente a los flujos migratorios. Nosotros los paraguayos tenemos más del 15% de nuestra población emigrante y por eso la adhesión de nuestro país al Pacto Mundial sobre Migración de la ONU es fundamental. Necesitamos que nuestros connacionales estén protegidos y se respeten sus derechos en todos los destinos donde se encuentren.
-¿En qué nos falta crecer a los paraguayos para ejercer plenamente nuestros derechos políticos?
-Como dije antes, no hay otro camino que la profundización y perfeccionamiento de nuestra democracia. Solo con más y mejor democracia podremos avanzar en el ejercicio de todos nuestros derechos.
-Con esta oleada de gobiernos de derechas, ¿es posible que se reedite el Operativo Cóndor?
-En primer lugar es importante señalar que en el Mercosur los gobiernos actuales son democráticos en su origen y en su ejercicio. Estamos construyendo sociedades democráticas conscientes con institucionalidad, normativa y políticas públicas que garantizan seguir avanzando en el campo de los derechos. Y aunque vemos retrocesos en el mundo, estoy convencido de que no vamos a volver nunca más a las dictaduras y a las violaciones de las personas y su integridad de manera sistemática por parte de los Estados, como ocurrió con el Plan Cóndor. El cambio generacional de nuestra población joven, la lucha de las mujeres y las minorías, la tecnología que empodera a las personas, la conectividad de lo digital, el crecimiento de la clase media y la urbanización, la movilidad humana y otros fenómenos propios de este siglo me hacen ser optimista y creer firmemente que, aunque avancemos dos pasos y retrocedamos uno, nos movemos hacia adelante con sociedades democráticas más libres, integradas e inclusivas en nuestros países.