En los 60, el Centro de Asunción era el espacio que congregaba a la población; contaba con toda la oferta que una ciudadanía necesitaba para acudir a sus tiendas y restaurantes o simplemente a pasear. La calle Palma se convertía en peatonal los días sábados, albergaba conciertos y en ocasiones se convertía en el espacio para la protesta ciudadana o la celebración deportiva.
Sin embargo, los cambios llegaron e hicieron mella en el centro, en un proceso que se extendió por más de un década y culminó con el resultado que todos conocemos: el Centro Histórico es feo, sucio y peligroso. Y, como sigue siendo el centro de los poderes del Estado y centraliza las oficinas públicas, el centro de Asunción asegura cientos de miles de personas que la habiten, pero solamente durante el día, y de lunes a viernes. Fuera de ese espacio de tiempo es un enorme cascarón vacío. En cuanto oscurece la inseguridad se apodera del Centro Histórico y se multiplican los peligros.
Como explicó el historiador Fabián Chamorro, en los últimos 40 años la cantidad de personas que residían en el microcentro se redujo considerablemente. “En el año 1982 un censo realizado registró que el microcentro de Asunción tenía 50.000 habitantes. Es decir, el 10% de la población vivía en el corazón, en el Centro Histórico. Actualmente, luego de 40 años, la población de Asunción aumentó en 11.000 habitantes nada más, y ahora habitan solo 3.000 personas en el centro”.
Chamorro dice que la gente se mudó del centro porque era caro y no encontraba alternativas de viviendas a buen precio. En la misma línea propone que para revitalizar el Centro se podría diseñar un plan de vivienda para personas sin hogar, en aquellos edificios que están totalmente abandonados y sirven actualmente de guarida a adictos y delincuentes. Se señala con frecuencia que los propietarios de inmuebles abandonados no reciben incentivos para que estos cuiden de sus propiedades ni reciben propuestas para compensarlos económicamente, aunque desde este año tienen exoneración de impuesto para patrimonios y hay reducción para demás inmuebles en el Casco Histórico. A esto se debe agregar que carece de la adecuada infraestructura: muestra sus veredas rotas, no hay iluminación, no hay muebles de calle y aunque puedan haber actividades culturales, Asunción y su gran área metropolitana no cuentan con servicio de transporte nocturno ni los fines de semana.
Tiene una inmejorable ubicación junto a la bahía del río Paraguay, y acceso a la Costanera, sin embargo, esto no ha podido evitar que su población haya migrado hacia el Departamento Central. Según los datos, unos 1.200 edificios y viviendas son inmuebles patrimoniales en Asunción, y 200 casas y edificios se encuentran en estado de abandono en el Centro Histórico. Con el grave déficit que tiene nuestro país en cuanto a viviendas, la alternativa de repoblar el centro y al mismo tiempo dar solución habitacional a miles de compatriotas debería ser una opción a considerar. Se deberá tener en consideración, sin embargo, que cualquier plan o proyecto que pretenda que nuestra capital vuelva a ser la misma ciudad apacible, con naranjos y flores como dice la guarania, probablemente esté destinado al fracaso. Debería considerarse por eso dotarle de infraestructura para que la ciudadanía pueda disfrutar y hacer uso de la ciudad, vale decir sendas para bicicletas, calles peatonales, espacios públicos de recreación, transporte público eficiente que resuelva el problema del estacionamiento y garantizar la seguridad para residentes y visitantes.
Urge por lo tanto que el Municipio tenga la capacidad de liderar una iniciativa que coordine esfuerzos entre los sectores privado y público, el Gobierno central y el local.